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Si le hacemos caso a Asier Antona, la estabilidad de la política canaria pasa sobre todo por lo que se decida en estos lares, y algo menos por lo que puedan cocinar en Madrid entre Coalición Canaria y el Gobierno, por más que el interlocutor sea en ocasiones Mariano Rajoy. Después de todo, es lo lógico: la política canaria la marcan el poder ejecutivo autonómico y el legislativo canario. Y decirle esto a un partido nacionalista parece que sobra, pero se ve que se olvida con facilidad cuando se trata de camuflar la realidad derivada de la minoría parlamentaria. Todo ello, por supuesto dentro de los cauces de un Estado y de un sistema de monarquía parlamentaria. Porque por muy de ámbito estatal que sea el PP, que lo es, algo tendrán que decir sus representantes en Canarias.

Añadamos a esto que no me imagino yo a Rajoy dedicando sus horas a decidir qué debió votar el PP en el trámite de enmiendas al proyecto de ley de crédito extraordinario o encerrado con su equipo económico para determinar si el IGIC debe bajar el próximo año medio punto, uno o dos. Sin desmerecer a nuestra realidad, creo que Rajoy ya tiene bastante con Cataluña, sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado y ver cómo se articula la nueva Europa sin el Reino Unido como para desvelarse por nuestros asuntos.

Mientras Asier Antona mide los tiempos y administra su silencio, como si los segundos fuesen minutos y los minutos horas interminables, CC insiste en que breve firmará un documento que garantice la estabilidad... Lo dice el mismo partido que hace tres meses presumía de contar con 33 diputados, que negaba que la estabilidad estuviera en juego y que infravaloraba al resto de partidos de la oposición. Esos, por cierto, que le enmendaron el proyecto de crédito extraordinario para sacarlo adelante con un consenso que se articuló precisamente desde la oposición, cuando teóricamente debió haber sido al revés.

Pero tras esa insistencia de CC en sellar un documento con el PP hay una realidad que parecía oculta y que ha aflorado en la negociación con los populares: la jaula de grillos que existe en Coalición, con las organizaciones insulares tiradas al monte y haciendo valer que nadie les hará perder un milímetro del terreno ganado. Lo que se ha vivido y se vive en CC se parece bastante a aquel bochornoso espectáculo en el Parlamento -de aquellos polvos vienen lodos recientes...- cuando varios presidentes cabildicios le espetaron a la representación de la soberanía popular en Canarias que no estaba legitimada para decidir sobre el destino de las islas. Eso mismo le han trasladado algunas facciones insulares -en realidad, todas- al Gobierno y a quienes llevaban los resortes de la negociación con el PP. Y por eso ahora al partido -para ser exactos, al Gobierno- le urge buscar la estabilidad parlamentaria: porque es rehén de los suyos y sospecha que hasta la cifra de 18 puede acabar siendo más pequeña.

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