Digan whisky y ríanse

No sé si tuvieron la oportunidad de ver la foto que ayer fue portada en este periódico. Un enjambre espectacular de cámaras de televisión y de fotografía apuntando al atril donde prometió comparecer Cristiano Ronaldo, y al final no lo hizo, a la salida de los juzgados de Pozuelo de Alarcón donde declaró acusado de defraudar a Hacienda. Me hizo pensar, primero, en el poder de arrastre mediático que tiene el fútbol. No sé si el tuitero de Trump hubiese atraído tanto. O quizás él sí. Por cierto, ya que estamos, me tomo la licencia de darle un consejo a Ronaldo: que pague y que cante más dentro que fuera. Total, cada vez que trata de justificarse debilita aún más su reputación. Pero, dicho eso, esa misma foto me hizo ver, además, de forma muy gráfica, hasta qué punto dirigen nuestras miradas, hasta qué punto deciden dónde tenemos que poner el foco. Nos manipulan.

Me imagino a aquellos que manejan los resortes de este tinglado corrupto, situados justo al otro lado, y susurrando, con media sonrisa, señores, digan whisky y ríanse, que otra vez les hemos despistado. Como cuando decidieron que se acabó el villarato y entonces se llevaron por delante a Villar, a su hijo y a quien fue menester. ¿Saben cuántos años llevaban algunos periodistas denunciando las prácticas del mandamás de la federación? Y nada. Caían una y otra vez en saco roto. Hasta ahora. ¿Y por qué? Pillan a Messi, a Ronaldo, a Villar. ¿Y lo que queda? ¿Alguien tiene duda de que son solo la punta del iceberg? Las destapan según convenga. ¿Acaso no eran conocidas las andanzas poco adecuadas del rey, el emérito, desde hace años? ¿Y las del clan de los Pujol? Mientras interesó fueron secreto de Estado. Por eso no me fío un pelo. Sigue habiendo gato encerrado. Y esto solo se cura con más democracia; no con un trampantojo, que es lo que tenemos.

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