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Los acusados del ‘procés’ piden al Supremo que la cuestión catalana vuelva a la política

Los acusados del ‘procés’ piden al Supremo que la cuestión catalana vuelva a la política

Los líderes independentistas han aprovechado la última jornada del juicio del procés en el Tribunal Supremo para apremiar al tribunal para que dicte una sentencia que devuelva la cuestión catalana a la política y no agrave más la situación, porque de ella depende el futuro de muchas generaciones y la convivencia entre España y Cataluña.

Efe / Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

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Con el turno de último palabra, los acusados han echado el cierre a cuatro meses de juicio que, en su opinión, no ha servido para acreditar ninguna de las pruebas presentadas por las acusaciones, a quienes han reprochado duramente por perseguirles por sus ideas.

Pero en esencia, todos han pasado frente al tribunal para manifestar, como ha hecho Oriol Junqueras, que "lo mejor para todos sería devolver la cuestión al terreno de la política, de la buena política, de donde nunca debería haber salido". Porque si en algo han coincidido todos es en subrayar que el "problema, asunto, conflicto o cuestión" es de naturaleza eminentemente política.

Más allá de reafirmar su compromiso político con Cataluña en presencia de su president, Quim Torra, y manifestar su anhelo por alcanzar un acuerdo que permita un referéndum, los acusados han buscado generar presión al recordar ante los magistrados que "las generaciones que vienen dependen de su sentencia" porque está en duda "el futuro político de España y Cataluña".

Quien mejor lo ha verbalizado ha sido Jordi Sànchez: "Ustedes no tienen la solución al problema que le ha venido encima, pero lo cierto es que sí tienen una responsabilidad, que es no agravar la crisis política".

Oportunidad

Raül Romeva lo ha ilustrado asegurando que en "este banquillo no se sientan 12 personas, sino más de dos millones", que esperan una decisión "valiente" del tribunal ante la "oportunidad" que se abre, si bien ha adelantado que pase lo que pase, seguirán "con la mano tendida a todo el mundo".

La apuesta de todos pasa por la política porque, según han dicho, lo que hicieron en otoño de 2017 fue cumplir con un mandato democrático y un programa electoral, anteponiendo la desobediencia al Tribunal Constitucional al compromiso con los catalanes porque, como ha apuntado Dolors Bassa, "no quería desobedecer la demanda del 80% de la población que quería votar".

Todos han proclamado su "compromiso político", su independentismo y sus convicciones pacifistas y no violentas, que son, a su juicio, la marca de identidad del pueblo de Cataluña, que lo único que hizo, en palabras de Jordi Cuixart, fue llevar a cabo una "desobediencia en toda regla" que "no merece ningún reproche penal".

Sin arrepentimiento

El relato común ha dejado poco margen para las percepciones personales sobre los hechos que se les imputan. Varios han pedido esperar la sentencia en casa; otros como Junqueras, Jordi Turull y Joaquim Forn han admitido errores sin concretar; y aunque muchos han mostrado su orgullo por el procés, Cuixart ha sido el más tajante: "No tengo ningún arrepentimiento, lo volvería a hacer".

En el caso de Vila, se ha preguntado: "¿Cómo hemos podido llegar a este punto, a este despropósito? ¿Cómo podemos enderezarlo?".

Vídeo.

La única que se ha confesado explícitamente "inocente" ha sido Bassa y solamente Carme Forcadell -de riguroso amarillo- ha utilizado su alegato final para defenderse advirtiendo del agravio comparativo con sus compañeros de la Mesa del Parlament: "Estoy siendo juzgada por ser quien soy, no por mis actos".

De ella han venido los principales reproches a las acusaciones por la "férrea voluntad" para incriminarla "con falsos testimonios" pero "sin ninguna prueba", aunque también de Turull, quien ha arremetido contra las acusaciones por "tratar de escarmentar" y "descabezar el independentismo" con una lógica propia de "mentalidades inseguras de sí mismas o autoritarias".

Pruebas sin acreditar

Y aunque también ha habido críticas al Gobierno del PP y a las instituciones del Estado, Vila ha roto una lanza para expresar su "plena confianza" en el Supremo, tras rechazar la "leyenda negra" de que España no es una democracia plena, como han deslizado varios de sus compañeros de banquillo.

Eso sí, todos creen que ninguna de las pruebas presentadas en su contra han quedado acreditadas porque sus letrados las han tumbado, unos abogados a quienes, como a los acusados, se les ha visto emocionarse -ninguno como Jordi Pina, visiblemente afectado- al escuchar los agradecimientos por su trabajo y dedicación.

A esperar por la sentencia

Del futuro, la mayoría se han emplazado a conocer la sentencia para saber que ocurrirá después, aunque Rull ha garantizado que sea cual sea el desenlace, tras ellos "siempre vendrán más", mientras Cuixart ha trazado la hoja de ruta a seguir.

"Si la violencia policial no pudo contra miles de personas, ¿alguien se cree que una sentencia va a dejar que los catalanes dejen de luchar por su derecho a la autodeterminación? Estoy convencido de que no", ha señalado.

Con todos estos alegatos, justo cuatro meses después de que comenzase, el juicio ha finalizado con las palabras del juez Marchena: "Muchísimas gracias a todos, visto para sentencia".

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