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Diana Martínez
Viernes, 25 de febrero 2022, 13:05
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El segundo día de la guerra entre Rusia y Ucrania arranca con más ataques y el terror de los ciudadanos. De los que intentan huir desesperadamente y de los que se quedan, unos para luchar y otros simplemente para sobrevivir. «Es como despertar en una realidad totalmente nueva y descubres que el mundo no es tan seguro como tú lo imaginabas. Es difícil creer que nuestro vecino pueda venir, tomar nuestra tierra y decirnos lo que tenemos que hacer», lamenta entre sollozos Darya, 36 años. Ella es una de las miles de personas que han buscado refugio en las estaciones de metro, donde afloran sentimientos de odio hacia el presidente ruso. «Putin no está loco, está enfermo. Nosotros solo queremos vivir en paz», señalan algunos.
«Somos un país independiente. Somos ucranianos, no rusos. No queremos ser parte de Rusia ni de otro país. Es muy doloroso, no puedo creer que lo que está pasando es real«, agrega Darya con lágrimas en los ojos». Otros han buscado otros lugares para permanecer seguros ante la invasión de Moscú. «La situación está muy mal», relata Anna, una joven que se encuentra refugiada con su familia y decenas de personas en un búnker «escuchando cómo explota todo. No sabemos quién va ganando, si rusos o ucranianos, pero la cosa está muy mal».
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En Krasnohorivka, a 30 kilómetros del Donetsk ocupado, no hay luz ni agua debido a los bombardeos. «Todo esto es un desastre. La situación es difícil pero no nos vamos a ir», mantiene Lyudmyla Starokon. Andriy Taraman, de 47 años, vive en Oleksandro-Kalynovo, en la región de Donetsk, a unos 50 kilómetros del territorio ocupado. Sigue «sin creerme» que Putin reconociera la independencia del Donbass.
«Todas las noches y todas las mañanas escuchamos disparos. Durante el bombardeo abrimos las ventanas para que no se rompieran. La tensión es terrible, pero no planeamos dejar nuestro hogar por ahora», expresa asustada Elena Umnova, de Novobakhmutovka, en Donetsk. «Aquí ha habido bombardeos todos los días», relata con resignación Svitlana Pechena, de 49 años, que vive en Zolotyi, en la región de Lugansk. «Mi esposo y yo hemos creado una casa familiar y criamos ocho niños de 6 a 19 años. Si su vida corre peligro tendrán que huir». «Los lugareños están conmocionados», expresa asimismo Larysa Hrytsenko. «Los que tengan la oportunidad, que se vayan», aconseja. «Temen por sus vidas».
Guerra en Ucrania
rafael m. mañueco
olatz hernández
RAFAEL M. MAÑUECO
Además de la física, la salud mental también es importante. Más aún con las secuelas que deja un conflicto bélico que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Los psicólogos de Ucrania aún tienen mucho trabajo que hacer. «Hablamos con la gente por teléfono y también vamos a los asentamientos donde se producen los bombardeos», dice Olga Klimovska, coordinadora de salud mental y apoyo psicosocial de la Misión Humanitaria 'Snowdrop'. «Las personas están muy preocupadas. Sienten miedo, ansiedad, tienen sueño perturbado... Es importante escucharles. No prometer que todo estará bien y que mañana terminará la guerra, sino explicar que es una reacción normal ante circunstancias anormales y enseñar a calmar la ansiedad».
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