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ana barandiarán
Sábado, 6 de agosto 2022, 19:50
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La tensión crece en torno a la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, después de los ataques que ha recibido el viernes durante el día y la noche, de los que se acusan mutuamente Kiev y Moscú con la misma expresión de «terrorismo nuclear». La operadora de energía atómica ucraniana Energoatom, que informó de que se había tenido que detener uno de los reactores, alertó de que existía «el riesgo de escape de hidrógeno y de diseminación de sustancias radiactivas, aparte de un alto peligro de incendio».
La compañía explicó que había resultado «dañada la estación de nitrógeno-oxígeno y el edificio auxiliar». El asesor presidencial ucraniano, Mijailo Podoliak, utilizó un lenguaje mucho más contundente y coloquial en su cuenta de Twitter para denunciar lo ocurrido: «Europa ha recibido energía esta mañana (en referencia al sábado) porque la central no explotó de milagro. Rusia está al mando de la central y está organizando provocaciones desde allí». Hay que recordar que los rusos tomaron el control de la instalación nuclear en marzo, poco después de la invasión.
Según la versión ucraniana, Moscú lanzó el viernes tres ataques con lanzacohetes cerca de la central y a la noche continuó bombardeando las inmediaciones, alcanzando una carretera usada para el transporte de hidrógeno y las líneas eléctricas. «Es un acto de terror», denunció el presidente Volodímir Zelenski.
Rusia asegura que son los ucranianos los que dispararon los proyectiles y provocaron un incendio en la estación de hidrógeno, pero que el fuego fue controlado por los servicios de emergencia. «Es terrorismo nuclear», criticó el senador Konstantin Kosáchev. La autoridad prorrusa de la región instó a la Organización Internacional de la Energía Atómica a visitar la central para avalar su relato.
Según un informe del Instituto para el Estudio de la Guerra, Rusia estaría atacando otras localidades desde Zaporiyia, colocando en una situación difícil a Kiev, con el dilema de responder o dejar que continúen utilizando esa zona de base.
La Unión Europea terció en el debate con una condena rotunda a Rusia por grave «violación» a las normas de seguridad. «Es un nuevo ejemplo de su desprecio por las normas internacionales», afirmó el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell en su cuenta de Twitter.
El pulso sobre el relato de la guerra sufrió ayer otro episodio agitado con la dimisión de la directora de la sección ucraniana de la ONG Amnistía Internacional, en protesta por un polémico informe en el que la organización acusa a las fuerzas ucranianas de poner en peligro las vidas de los civiles del país al establecer bases en zonas habitadas por ciudadanos. «Acudieron al Ministerio de Defensa para pedir una reacción, pero dieron muy poco tiempo para responder. Por eso el informe parecía respaldar la narrativa rusa», alegó.
Sobre el terreno, Rusia anunció ayer que 600 combatientes ucranianos habían muertos en varios bombardeos ejecutados en la región de Jersón, en el sur de Ucrania, y en la cercana Dnipropetrovsk. Según la inteligencia británica, «las fuerzas rusas se están concentrando en el sur a la espera de una contraofensiva ucraniana en Jersón o en el marco de los preparativos de una ofensiva».
Por otro lado, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha confirmado, a su regreso de una visita a Rusia, donde se reunió con Vladimir Putin, que el Gobierno turco comenzará a pagar en rublos una parte de sus importaciones de gas ruso.
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