Teror analiza cómo sacar más provecho de la Virgen del Pino
Teror celebra el 50 aniversario de la declaración de la festividad del Pino como Fiesta de Interés Turístico coincidiendo con la decimoprimera edición de las Jornadas de Patrimonio Cultural. Un encuentro donde se hablará de cultura, patrimonio y generación de ingresos gracias a la Virgen del Pino.
Teror no sería lo mismo sin la Virgen del Pino, eso lo saben los terorenses de sobra. Conscientes de ello, los organizadores de las XI Jornadas de Patrimonio Cultural de Teror, inauguradas ayer, han querido dedicar las mismas a La Fiesta: Patrimonio y Turismo. Y es que la Virgen del Pino y su fiesta, declarada hace 50 años de Interés Turístico, suponen un patrimonio cultural y turístico para el municipio de incalculable valor.
Como apunta el concejal de Turismo, Santiago Ojeda, la Virgen del Pino «significa mucho» para Teror, pues convierte a la villa «en un paso obligado no solo para los religiosos, sino para todo los turistas internos y nacionales». En cuanto a la repercusión económica, «no lo hemos sabido explotar bien, pero hasta que compren una botella de agua crea sinergia». En realidad, las visitas al casco histórico de Teror, pasando por la Basílica del Pino, se cuenta a miles. Entre semana, calcula Ojeda, «llegan de la mano de turoperadores unos 600 turistas a diario, más 70 u 80 que pasan por la Oficina de Turismo», más un número incierto sin cuantificar. Total, un buen día Teror puede recibir en torno a 1.000 visitas. Luego, los fines de semana, los visitantes suben a 3.000. «Y cuando es la Fiesta del Agua o se acerca la fiesta del Pino, la cantidad de turistas que recibe Teror sube considerablemente».
Así pues, reconoce el concejal de Turismo de Teror que «la zona comercial prácticamente vive de este turismo, aunque cuantificarlo económicamente es difícil». Eso sí, el entorno ayuda, y desde el consistorio «estamos trabajando para convertir el casco histórico en una plataforma peatonal, donde la gente puede pasear sin problemas en un entorno declarado BIC en 1979», y, resalta, «habitado y con vida», con unos vecinos «muy concienciados».
Y a ese casco histórico y a esa Virgen hay que unir la oferta de servicios. «Gastronomía, visita religiosa y clima se conjugan».
