Remolcando a una amenaza
La imagen del remolcador Tsavliris Hellas, navegando a una velocidad de tortuga (5,56 kilómetros/hora), mientras arrastraba al petrolero Lady M hasta el muelle de Las Palmas era, cuanto menos, tenebrosa. Eran las 9.30 de la mañana cuando, unas 15 millas de la costa del este de Gran Canaria -a la altura del Castillo del Romeral- y volando a 150 metros de altura, se pudo ver de cerca el enorme buque que lleva atemorizando al Archipiélago desde que se conoció la intención de su capitán de entrar en la bahía capitalina para ser reparado.
Lleva en su interior 94.000 toneladas de crudo y está sin mando porque un incendio inutilizó sus sistemas de propulsión, por lo que ha tenido que ser remolcado para evitar males mayores. Eso sí, seguido bien de cerca por el buque de Salvamento Marítimo, Punta Salinas.
Era una comitiva silenciosa pero peligrosa. Tres barcos en dirección norte con un cargamento que trae a la mente desastres como el del Prestige o, más recientemente, el Oleg Naydenov. En este caso, no se ha tenido que lamentar ningún daño a nuestro ecosistema, pero debería de servir para dotar, de una vez por todas, a Canarias de elementos de primer orden para la lucha contra la contaminación por hidrocarburos.
El Lady M nadaba acompañado por el remolcador y la salvamar, nada de medidas extraordinarias, helicópteros o embarcaciones de la Armada... Una comitiva en íntima, aunque a buen seguro que cuando llegase a la capital y con los focos de los curiosos y medios informativos, se le sumarán más más embarcaciones para que todo se magnifique.