¿Qué me cuentan?
Los horizontes electorales les pueden. Es atisbarlos cercanos y trastornarse. Y como quiera que en este país, entre europeas, autonómicas, locales y generales, esos horizontes son bien cortos, pues... ya ven.
Si en la oposición derrochan tremendismo y cantos apocalípticos, en el gobierno, positividad, logros, conquistas. Pero la realidad es bien tozuda. Zapatero tuvo que disculparse por aquel, referido al terrorismo, «vamos bien y el año que viene estaremos mejor», justo un día antes del atentado en la T-4. Ahora Rajoy entierra la crisis, «es cosa del pasado» y anuncia que «estas navidades van a ser las primeras de la recuperación». Y tan sorprendente ha resultado su afirmación que a las 48 horas ya andaba modulando su eufórico discurso: «la recuperación no será total hasta que no se disfrute en todos los hogares». Difícil parece.
Si ETA dejó fané y descangallado el optimismo de Zapatero, A Rajoy sólo le faltaba la desbordada crisis rusa, que amenaza con colapsar la economía global, para sonrojar su triunfalismo. Pero hay más. Y esos más señalan que en asuntos tan peliagudos como la devastación en que se encuentran demasiados, resulta sonrojante montar discursos obedeciendo a intereses electorales sin atender a la realidad.
Es verdad que se está creciendo, macroeconómicamente hablando, pero tal crecimiento, con el permiso de lo que depare la debacle rusa, sigue sin redundar en favor de la mayoría.
Y verdad es, tozuda, lo ha dicho la propia Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que en 2015 España puede crecer poco más del 2%, pero apenas creará empleo y el que se cree será precario, es decir, temporal, inestable y de baja remuneración.
No es cuestión de abrumar con datos; pero, a vuela pluma, España es el país desarrollado en el que más ha subido la desigualdad por el paro, el peso de los contratos fijos ha caído al mínimo, la exclusión social golpea a 600.000 personas en Canarias, donde el 10% vive en pobreza severa, la brecha salarial crece y los sueldos bajos se han reducido un 21% en las Islas. Aunque la OCDE haya alertado que bajar más los salarios dañará la economía siguen cayendo y ya tener un puesto de trabajo no garantiza la supervivencia. Los servicios sociales están desbordados, un 20% ha dejado de comprar medicamentos necesarios por no poder pagarlos y Cáritas registra el mayor aumento de personas atendidas desde el año 2008.
¿Qué me están contando? No se trata de instalarse en el fatalismo, porque conduce a la depresión, pero tampoco vender paraísos artificiales.
Por lo que se ve, por lo que escuchamos, esas cifras macroeconómicas de las que presumen poco tienen que ver con la vida de las personas. Por muy cercanas que estén las citas electorales, por mucho que se modulen, hay discursos que además de nada creíbles resultan inaceptables.
Como bien decía Soledad Gallego, visto lo visto, lo que se está proponiendo a la sociedad no es una salida a la crisis sino la estabilización del desastre.
