PSOE y PP, a por los indecisos
Los dos partidos con opciones a formar gobierno tras el 9-M están dedicando la recta final de la campaña a pescar votos en aguas ajenas. Zapatero busca el apoyo de los más moderados del PP, mientras que Rajoy pide el voto a los desencantados del PSOE.
Los incondicionales ya están convencidos, ahora toca concentrar los esfuerzos en sumar votos entre los indecisos. Los discursos de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se centran ahora en esa estrategia.
En una contienda especialmente reñida, donde la victoria puede depender de hacia dónde se decanten diez o doce escaños en todo el territorio nacional, los candidatos se ven obligados a intentar arañar apoyos vengan de donde vengan.
Zapatero centra su discurso en resaltar el perfil más conservador del PP, al que identifica con la crispación y la descalificación, para buscar el voto de los votantes moderados del PP disgustados con la línea dura.
El candidato socialista ha anunciado que en los últimos tres días de campaña se propone «dar lo mejor» de sí mismo en cada acto, expresar su gratitud a la gente y volcarse en trasmitir más confianza. No anunciará nuevas promesas, porque «no tiene sentido» a pocos días de las elecciones.
Por su parte, Rajoy ha incorporado a su discurso la promesa de que si llega a La Moncloa ejercerá de presidente de todos los españoles, le hayan votado o no, y pide el voto directamente a los electores del PSOE que se sientan desconcertados o desilusionados con la gestión que Zapatero ha llevado a cabo durante los últimos cuatro años.
En su mítines, el candidato del PP no deja nunca de hacer un guiño a esa bolsa de posibles electores de centro-izquierda desencantados.
Rajoy dice estar convencido de que entre quienes votaron al PSOE en el 2004 hay un buen número de personas que comparten los postulados del PP, y a ellos apela para desalojar a Zapatero de La Moncloa.
La particiapación es otro factor determinante para el resultado electoral. Lejos de dar por buenas las encuestas, Zapatero advierte de que todo está por decidir y Rajoy recuerda a los suyos que todo se va a dirimir por muy poco margen.
