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Alepo

Martes, 18 de abril 2017, 12:02

Todas las guerras tienen sus héroes, personajes anónimos a los que un día la prensa da cobertura. Hay muchos en realidad, pero solo conocemos de unos pocos. Porque en realidad no importan, ni las víctimas ni sus salvadores momentáneos, ni si quiera interesan los verdugos. Son hombres, mujeres y niños que nos quedan un poco lejos, reconozcámoslo. Porque un día todos fuimos Je suis Paris o Charlie Hebdo, o estuvimos más cercanos a Londres, a Niza o Berlín que nunca. Pero Alepo, ¿alguna vez hemos sido ciudadanos doloridos de Alepo? Quizás, como mucho, se nos torció la sonrisa la saber que el payaso de Alepo había muerto en un bombardeo, uno de tantos. Anas al Basha se llamaba, tenía solo 24 años y era el director del grupo civil Espacio de Esperanza. O simplemente, el payaso de Alepo, el hombre que ataviado con ropas de colores y la sonrisa pintada de rojo intentaba que los niños de la ciudad Siria olvidasen por un segundo la barbarie que lea ha tocado sufrir.

Los mismos niños, quizás, que siguen muriendo y que ya nunca sonreirán. Como los que hace unos días murieron cuando eran evacuados y que han sido noticia porque un fotógrafo soltó su cámara y rompió a llorar ante la impotencia de no poder hacer nada, de saber quizás que sus brazos no eran suficientes para sacar de un escenario tan negro a tantas víctimas. 126 muertos, entre ellos 68 niños y 13 mujeres. Son una gota en un océano de desolación, desesperanza, miedo, negrura, impotencia, qué se yo.

Pero aquí estamos los occidentales, dando alguna página de periódico, unos minutos de telediario a una guerra que no entendemos, que no hemos querido analizar en todo este tiempo, con unas víctimas con las que empatizamos por unos instantes, pero que luego somos capaces de olvidar sin más.

Abd Alkader Habak se llama el reportero que prefirió ayudar antes que tomar unas fotos. Gracias a él los medios de comunicación occidentales han dado esta semana santa cobertura a una guerra que a la ciudadanía poco importa, o por lo menos no más que Gran Hermano o el culo de alguna de las Kardashian.

Mientras, queda muy bien decir que la falta de interés por las noticias de calidad, los artículos de fondo o los reportajes con enjundia es culpa de los propios medios, de los editores y de su plantilla, de los periodistas, reporteros y fotógrafos. Nunca de los apáticos lectores y los borregos telespectadores.

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