Abdu´Allah pone a prueba los prejuicios en el CAAM
La cultura popular o las tradiciones ligadas a ciertas religiones o razas pueden convertirse en una tiranía esterotipada y discriminatoria. Ese es el mensaje que lanza en el CAAM el artista Faisal Abdu´Allah, quien, a través de su obra, desvela al espectador la fuerza de sus propios prejuicios.
La manera en la que Faisal Abdu´Allah (1969, Londres) cuestiona la percepción del espectador y evidencia la existencia de rígidos estereotipos de tipo racial o religioso no gusta demasiado a las instituciones artísticas de Reino Unido. Allí sus trabajos tienen una gran repercusión mediática pero apenas han sido expuestos en los museos públicos de arte actual, según explica el comisario del proyecto Bárbaro Martínez-Ruiz. «Su trabajo permite cuestionar nuestras limitaciones para el entendimiento del otro», comenta el experto.
En total, el artista británico de origen jamaicano expone en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) diez obras, entre instalaciones y series fotográficas, en su primera exposición retrospectiva. La muestra, titulada El arte de la dislocación, se podrá ver hasta el próximo 27 de mayo en el centro de arte de Vegueta.
Su proyecto se extiende por 1.500 metros cuadrados de tres plantas del edificio. En el sótano, el creador enfrenta al público a la siempre temida y obviada muerte. Lo hace convirtiendo el cubo central del edificio en un depósito de cadáveres.
En las dos plantas superiores, aborda, a través de instalaciones y series fotográficas, prejuicios de tipo religioso, racial o social. Así, en Revelations, reúne una serie de retratos en los que evoca momentos de la pasión de Cristo, protagonizados por un hombre de color. A través de estas fotos, tomadas desde ángulos oblicuos, el creador resalta la fuerza visual de estas representaciones religiosas, cuya potencia es capaz de vencer cualquier barrera racial.
Igual ocurre en Last Supper, una serie de fotos y tapices en los que plasma la última cena de Jesucristo cambiando las coordenadas religiosas, raciales y temporales de sus protagonistas.
Otro de sus trabajos más famosos se titula Goldfinger. Se trata de una serie fotográfica que reúne una docena de retratos de los últimos capos y sicarios de la mafia británica, curiosamente, todos ellos blancos y anglosajones. Abdu´Allah cuenta que tardó cuatro años en ganarse la confianza de Joy Pyle y de Freddie Foreman, dueño del famoso pub Puchbowl, que luego compraron Guy Richie y Madonna. «Este es un tema difícil de asumir porque este tipo de cuestiones no son abordados con honestidad y transparencia en el contexto británico. Cuando Faisal expuso esta serie, no tuvo publicidad», explica Martínez-Ruiz sobre un trabajo que, en su opinión, es difícil de asumir por los ingleses debido a que vinculan «la malicia y la delincuencia a una determinada raza, concretamente a los afroamericanos y a los asiáticos. Son parámetros de los que es difícil evadirse», explicó el comisario.
Graduado en el Royal College of Art de Londres, Abdu´Allah es uno de los artistas británicos más influyentes de su generación. Es profesor de Bellas Artes de East London University y profesor asociado en las Universidades de Stanford y Wisconsin.
La muestra, coproducida por Magnnolia Editions (California) en colaboración con la Universidad de Stanford, ha costado cerca de 100.000 euros, según indicó el director del CAAM Omar Pascual.
EL NOMADISMO DE KARINA BELTRÁN
La fotógrafa canaria Karina Beltrán expone en la última planta del CAAM sus fotografías y dibujos con apariencia de polaroids. Pero, además, la artista muestra una de sus obras, una imagen de una flor sobre un fondo marino, en una valla publicitaria ubicada en una de las entradas a la capital grancanaria.
‘Constelaciones’. En las 77 imágenes que exhibe, esta tinerfeña nómada refleja la búsqueda de sitios plácidos y confortables que nos remitan a lugares conocidos y más íntimos. «Tenemos necesidad de estar en un movimiento continuo y de buscar la luz de las islas para que nos devuelva al origen, a la infancia», cuenta la artista.
‘Polaroids’. Beltrán expone 30 dibujos en los que lleva al papel imágenes captadas con su móvil. Los presenta como si fueran polaroids de una realidad de colores suaves. Las líneas son hilos cosidos y recuerdan que es pura ficción.
