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Donald Trump, presidente de Estados Unidos, junto a sus simpatizantes AFP
La polarización era esto

La polarización era esto

     Las dos mitades de América se definen través de sus preferencias ideológicas y situación geográfica pero sobre todo por las posibilidades económicas y formación

José M. De Areilza

Jueves, 15 de octubre 2020, 23:29

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La mejor manera de entender la profunda división entre demócratas y republicanos, intensificada durante la campaña, es el dato sobre el acceso a la educación de los votantes de cada partido. Las dos mitades polarizadas de América se definen no solo a través de sus preferencias ideológicas y su situación geográfica -las costas versus el interior del país- sino sobre todo por las posibilidades económicas y la inclinación a formarse que tiene cada grupo. La diferencia cultural es muy aguda: la mayor parte de los universitarios y los profesionales urbanos son votantes demócratas, al mismo tiempo que muchos trabajadores blancos sin estudios se sienten representados por Donald Trump.

A su vez, la movilidad social, que había sido la seña de identidad del sueño americano, ya no funciona bien. En la actualidad, el código postal en el que se nace determina más que ningún otro factor las posibilidades de educación y el ascenso económico de un ciudadano. La revolución digital aumenta por ahora la desigualdad y hace más real la descripción de «un país de bárbaros y de laboratorios». La actitud de una mitad hacia la otra es de desprecio o de resentimiento (y desconfianza hacia las instituciones). Así, en la campaña electoral de 2016 a Hillary Clinton se le escapó el término «deplorables» para definir a los seguidores de Trump. Su arrogancia le acabó costando muy caro.

El presidente, por su parte, conecta muy bien con los que no se sienten aceptados por un sistema que creen injusto. Toda su vida ha sido un intento de hacerse un hueco entre la elite social y económica (a sus setenta y cuatro años sigue con la sensación de que nunca le aceptará). Hay por supuesto excepciones entre votantes republicanos que suscriben esta opción por razones morales o de pensamiento económico y no tienen nada que envidiar a los demócratas más formados.

Pero el nacionalismo y el populismo de Trump empuja a no pocos de esos republicanos hacia la abstención, o incluso les lleva a apoyar a Joe Biden. La pregunta del 4 de noviembre -o del día cuando se sepa quién ha ganado las elecciones.- es cómo tender puentes entre estas dos mitades y encontrar una narrativa común de progreso.

José M. de Areilza es doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, Secretario General de Aspen Institute España, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y profesor de ESADE.

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