Paso al frente o retroceso: la UD se la juega en La Romareda
fútbol ·
Partido trascendental este sábado (15.00 horas) en las aspiraciones de ascenso del equipo, que no puede fallar ante el Zaragozaignacio s. acedo
Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 18 de febrero 2022, 13:30
No llega la UD a Zaragoza como querría. Tampoco dentro de lo planeado a cuenta del último trompazo que se dio ante el Burgos y que quebró todas sus previsiones. Ese estado de necesidad, esa presión de no poder fallar, el imperativo de ganar, la prohibición expresa de volver a las andadas... Esos condicionantes, todos de una severidad indiscutible, marcan la espera de un partido con tintes de final. Es lo que conlleva dejarse en casa lo que se gana fuera. Se acumulan las obligaciones y toca cargar con más obligaciones.
En condiciones normales, nunca es un mal negocio puntuar en La Romareda, plaza noble de la categoría y que siempre prestigia. Pero entre la depreciación del anfitrión, que anda metido en salvar el pellejo, muy lejos de su cartel de aspirante, y la urgencia propia, resulta imposible plantear un reparto de bienes. Las Palmas viaja para ganar y, si puede, lo hará desde su modelo de juego y control, el mismo que le elevó hace dos jornadas en Cartagena, visita sobre el papel de lija comparada con la de esta tarde y que se saldó con victoria y nota alta.
Toca repetir y ya se sabe que cada partido es un mundo. Por lo pronto, no será complicado que se eleve el nivel después de lo que pasó el domingo en el Gran Canaria, todo un monumento a la impotencia, con ocasiones malogradas, la fortuna esquiva como nunca, también hay que decirlo con esos tres largueros, y, lo que más duele, una defensa de mentira que fue el principio del fin. García Pimienta tuvo tarea a lo largo de la semana preparatoria. Perder nunca refuerza. Y casi siempre, como es el caso, genera inseguridades.
Esta UD viene a ser como una moneda al aire. No se sabe qué versión esperar porque, he ahí la gran rémora que arrastra Pimienta, sigue sin darse un comportamiento regular y fiable. Desde que llegó al cargo, decepción en el estreno con la Real B (0-0), subidón en el campo del Cartagena (0-2) y derrumbe en casa con el Burgos (0-2), otro recién ascendido como el filial donostiarra. De extremo a extremo, sin término medio.
Va a ser muy necesaria la aportación de los elementos diferenciales ante la perspectiva de un Zaragoza agresivo, que tampoco puede permitirse más deslices. En estas coyunturas al límite, pocos atajos tienen la efectividad de darle la pelota a tipos como Jonathan Viera, cuyo radio de acción no tiene límites en esta UD. Se le ha visto ejecutar faltas, tiros de esquina, bajar a recibir, presionar como si no hubiera mañana, ejercer de extremo incisivo o corretear en posiciones de falso nueve. Viera es el ataque de Las Palmas, el origen y el fin. Alfa y omega. Esté más o menos acertado, no hay otro como él. Suman Jesé o Moleiro mientras termina de aparecer Rober y regresa Pejiño.
Porque el fuerte de este equipo, como bien reconocen todos, está en el ataque. Se da mejor mirar al área contraria que cobijar la propia. Sin Navas ni Loiodice, ni más ni menos que el pasillo central y bajas sensibles, el plan se mantendrá invariable porque Pimienta no va a renunciar a su plan. Sabe, además, de las fragilidades del rival y la conveniencia de buscarle con todo.
Enfrente, JIM ya se ha encargado de ambientar como quiere la cuestión con sus proclamas de que el Zaragoza necesita vencer como nunca y que las ganas de hacerlo «nadie las puede imaginar». Anda bajo lupa el veterano preparador, que ya fue capaz de sorprender a la UD en la primera vuelta y pretende repetir jugada. Su manejo del vestuario y las artes periféricas invitan a pensar en un grupo de jugadores, el suyo, que saldrá a machete, con intención de marcar terreno sin ahorrar ímpetus ni pulmones.
Nadie va a recoger la pierna, lo que aconseja a los elegidos para la ocasión que, al menos, igualen en ganas al adversario. En paridad de sudor y entusiasmo, debe marcar la diferencia la calidad. Y por ahí no hay debate. La UD depende de sí misma. Que lo demuestre o no está en camino de saberse.