El muro de la UD invita al optimismo. El nuevo proyecto amarillo, con los refuerzos y los que siguieron, sembró en Málaga una semilla de ambición. La goleada de Las Palmas en La Rosaleda, aplastando al equipo de Guede, dejó varios nombres propios, como los goleadores y un imparable Moleiro, pero también puso el foco en la portería. Álvaro Valles se hizo grande en el poco trabajo que tuvo y dejó su arco a cero por segundo encuentro seguido.
Después de una renovación agitada, y cuando parecía que tenía pie y medio en Estados Unidos, la apuesta del club por Valles fue clara. Y ya el cancerbero andaluz justifica su nuevo rol dentro del vestuario. Mucho tiene que ver en estos primeros cuatro puntos de Las Palmas. Acabó la temporada pasada como un felino, ayudando a los grancanarios a meterse en puestos de promoción de ascenso, y ha empezado el curso como mismo lo concluyó.
La salida de Raúl Fernández de la Unión Deportiva, ahora compitiendo por un puesto en el Granada, fue toda una declaración de intenciones en la hoja de ruta isleña. Siempre hubo confianza plena en la explosión de un Valles que llegó para jugar en Las Palmas Atlético y que, tras distintas oportunidades, convenció con hechos a Pimienta.
La defensa, clave para subir a Primera
El técnico catalán es consciente de que el equipo debe crecer y hacerse fuerte desde la defensa, cerrando espacios y achicando aguas. Para pelear por subir a la máxima categoría del fútbol español necesita a todos al cien por cien y sin cometer errores. Y en Málaga, Valles sacó un mano a mano antológico a Rubén Castro. De esos que el pistolero de La Isleta acostumbra a mandar al fondo de la red.
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