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Canarias7 / Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 17 de julio 2020, 05:23
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En los tiempos que corren es demasiado habitual presenciar, ya sea en vivo como en redes sociales, episodios de violencia entre conductores, situación indeseada y poco decorosa que sirve para reflexionar brevemente sobre los riesgos de determinadas actitudes mientras se conduce un vehículo.
Cuándo somos agresivos al volante
No es necesario llegar a los límites de la agresión física para que una actitud agresiva al volante genere situaciones de riesgo en calles y carreteras. Probablemente todos los conductores hemos presenciado situaciones de conflicto entre otros conductores –o las hemos protagonizado nosotros mismos– o entre conductores y peatones.
Y entre las “situaciones de conflicto” podemos incluir desde la agresión física entre personas a la discusión verbal o gestual, o el uso brusco del vehículo para acosar a otro conductor (conduciendo demasiado cerca, adelantándolo bruscamente, bloqueándolo...).
Un estudio del Instituto Universitario de Investigación de Tránsito y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (INTRAS), puso cifras a estos comportamientos con unos resultados inquietantes. Por ejemplo, entre las conductas más “leves” recogía que un 74% de conductores españoles había insultado en alguna ocasión a otro usuario, o un 26% había adelantado bruscamente para intimidar; entre las más graves, señaló que 3 millones de conductores circulan con un alto nivel de agresividad y más de 105.000 pueden considerarse “violentos viales”.
Las causas de estos comportamientos son muy variadas, pero se relacionan principalmente con el estrés, reforzado por la reacción a la actitud de otros conductores y por la sensación de anonimato e impunidad que ofrece el vehículo.
Los consejos son de lógica común... A los ya conocidos de descansar convenientemente y preparar bien el desplazamiento (especialmente en viajes largos), para intentar evitar situaciones de riesgo por agresividad debe añadirse:
• Avisar si se va a llegar más tarde para evitar la ansiedad por la prisa.
• Evitar coger el coche después de una discusión.
• Ignorar las conductas agresivas de otros conductores.
•Evitar situaciones de conflicto en el interior del propio vehículo (discusiones de pareja, disputas con los niños, etc.).
• Ser autoconsciente de la propia actitud y tratar de reconducir la sensación de ira o nerviosismo. Ya sea deteniendo el vehículo para descansar o respirando profundamente.
Rememorando aquella histórica campaña de tráfico del “Si bebes, no conduzcas”, podríamos también concluir que “Con nervios, no conduzcas”.
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