Secciones
Servicios
Destacamos
PABLO M. DÍEZ
Enviado especial a Tokio
Lunes, 2 de agosto 2021, 16:56
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Haciendo historia, Rebeca Andrade le ha dado a Brasil las dos primeras medallas olímpicas de su historia en gimnasia artística femenina en estos Juegos de Tokio: oro el domingo en salto y plata el jueves pasado en concurso completo. Cinco años después de Río 2016, donde su buena actuación ayudó a su equipo a clasificarse en la final por equipos, aspiraba este lunes a una tercera en la final de suelo, pero quedó quinta. En realidad cuarta, porque la japonesa Mai Murakami y la rusa Angelina Melnikova compartieron el bronce, por detrás de la italiana Vanessa Ferrari, que fue plata, y la estadounidense Jade Carey, que quedó primera.
La ausencia de Simone Biles, la estrella estadounidense retirada de cinco finales por una crisis psicológica, ha abierto el oro a otras gimnastas como Rebeca Andrade. Negra y de orígenes humildes en Garulhos, un superpoblado municipio a las afuera de Sao Paulo, se marcha de Japón con la justa recompensa de dos medallas después de muchas penalidades y lesiones que estuvieron a punto de dejarla sin Juegos. Si no hubiera sido por el coronavirus, que obligó a aplazar la cita olímpica un año, es muy probable que no habría podido participar, ya que en el campeonato de Brasil de 2019 se rompió el ligamento cruzado anterior por tercera vez en su carrera. Sin ella, el equipo brasileño no se clasificó para los Juegos y Andrade tuvo que buscar el pase individual en el campeonato mundial celebrado en Bakú (Azerbaiyán) en marzo del año pasado. A pesar de sus buenas notas en barra de equilibrio y asimétricas, la competición fue suspendida antes de llegar a las finales por el estallido de la pandemia del coronavirus.
Con la tercera mayor cifra mundial de contagiados y fallecidos, Brasil resultó tan afectado que un centenar de sus atletas, con Andrade entre ellos, se refugiaron en Portugal para preparar los Juegos. Pero, en diciembre, ella misma se infectó y, aunque no tuvo síntomas, tuvo que retirarse temporalmente para cumplir con el preceptivo aislamiento. Con pocas opciones de competir este año, hasta principios de junio no pudo asegurar su presencia en Tokio. Lo hizo en el Campeonato Panamericano, que otorgaba dos plazas para los Juegos, ganando con autoridad la final de concurso completo.
Como se ha visto en la euforia desatada entre los periodistas brasileños en el Pabellón Ariake de Tokio, sus victorias han sido celebradas como si la 'Canarinha' hubiera logrado un nuevo Mundial. Una satisfacción que redime a Brasil no solo de su sequía olímpica en esta especialidad femenina, sino también de las acusaciones de racismo que han salpicado a sus gimnastas en el pasado. En 2015, el periódico 'O Globo' reveló un vídeo en el que tres miembros del equipo nacional, Arthur Nory Mariano, Fellipe Arakawa y Henrique Flores, se mofaban de su compañero Angelo Assumpcao, que es negro, con unas bromas de mal gusto sobre los colores de las bolsas de basura y las pantallas de los móviles. Aunque los tres fueron suspendidos por 30 días y pidieron disculpas, el caso desató una agria polémica que abrió el debate sobre el racismo en Brasil, donde el 54 por ciento de sus 212 millones de habitantes son negros o mestizos.
Aunque Assumpcao prometía mucho, finalmente no fue seleccionado para los Juegos de Río, donde Nory y Diego Hypolito se llevaron las medallas de bronce y plata en suelo. Deprimido tras haber denunciado la «discriminación estructural» de la gimnasia brasileña, Assumpcao no remontó el vuelo y en noviembre de 2019 fue despedido por bajo rendimiento de su club, Pinheiros, acabando así su carrera deportiva. Las históricas medallas de Rebeca Andrade han vengado ahora su nombre y limpiado el de Brasil.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.