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Felo, el maestro infinito

Felo, el maestro infinito

La exposición ‘Felo Monzón: Papel y lienzo’ se adentra en las múltiples facetas creativas de uno de los artistas e intelectuales más influyentes de las islas.

Arrieta Betancort / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Felo Monzón iluminó incluso cuando quisieron apagar su luz. En los años oscuros del franquismo, con él preso en el campo de concentración de Gando en 1940, un joven, Manolo Millares, «tuvo su primera visión del arte viendo sus obras», según recuerda el escritor Emilio González Déniz, profundo conocedor del legado artístico y humano de Felo. «Alguien llevó al muchacho Millares a la casa de la familia de Felo. En una habitación había unos cuadros suyos. Cuando Millares contempló aquello confesó que su gran revelación fue entrar en aquel cuarto».

«Felo es un gigante. Pocos artistas e intelectuales han tenido tanta incidencia en la plástica y la sociedad canaria», subraya González Déniz sobre el profesor y director de la Escuela Luján Pérez, miembro fundador de los grupos LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo) y Espacio y uno de los artífices del arte indigenista, entre otros hitos y movimientos de los que fue epicentro.

El escritor destaca la voluntad y la capacidad de Felo Monzón (Las Palmas de Gran Canaria, 1910-1989) para sembrar arte. Le recuerda atendiendo por igual a niños, sentándose a su lado para guiar sus trazos, que a las prometedoras figuras ya destellantes. «Para mí, su rasgo más diferenciador es su generosidad. Nunca se guardó nada para él. Siempre estuvo enseñando y apoyando a los nuevos. No se encumbró jamás. Era un tipo absolutamente sencillo y en la Escuela Luján Pérez fue fundamental en el nacimiento de varios movimientos artísticos», recalca.

Esta irradiación monzoniana abarcó además las más diversas ramas creativas, de las que se ocupa en esta exposición la Casa-Museo Tomás Morales, centro del Cabildo de Gran Canaria en Moya. Felo Monzón: Papel y lienzo se inaugura el 26 de junio y aborda sus manifestaciones en el campo de la pintura, la ilustración de libros y revistas, la opinión y la crítica en artículos de prensa e incluso sus menos conocidos proyectos y planos de viviendas y mobiliario urbano.

La exhibición es fruto de la aportación de varios coleccionistas privados del municipio de Moya, la colección bibliográfica, hemerográfica y fotográfica del CAAM y la propia de la Casa-Museo. Con esta exposición, el espacio que gestiona la Consejería de Cultura de la corporación insular inicia una línea de actividades en las que se recupera la relación de Moya con el arte y la escritura en distintos periodos. Con Felo Monzón: Papel y lienzo se inicia esta andadura en la que se exponen precisamente planos de proyectos de vivienda y de mobiliario urbano para Moya, municipio con el que Felo Monzón estuvo muy vinculado y en el que pasaba largas temporadas.

El papel de Felo Monzón como referente y unión de varias generaciones y su necesidad de diálogo permanente queda patente en el apartado donde se muestran varias cartas del epistolario que sostuvo con Martín Chirino, Juan Hidalgo, Tony Gallardo, Ventura Doreste, Francisco Lezcano, César Manrique, Tomás Gómez Bosch, Pino Ojeda o Eduardo Westerdahl.

La tercera sección de la muestra se centra en la ilustración gráfica, con una treintena de ediciones en las que dejó su sello, entre ellas Los cuentos famosos de Pepe Monagas (1948) de Pancho Guerra (1948), De la ventana a la calle (1951) de Agustín Millares Sall, Día de alondras (1951) de Pedro García Cabrera, Faycán (Memorias de un perro vagabundo), de1968 y de Víctor Doreste, o Canto esencial (1968) de José Rafael Hernández.

La última e ineludible parada de este viaje al mundo –en realidad, los mundos–de Felo Monzón es, por supuesto, su pintura. Aquí vuelve a tener algo apuntar González Déniz para ayudar a dibujar el alcance de su obra. «Él resultó esencial en el nacimiento del movimiento indigenista, pero mientras otros se mantuvieron en este terreno hasta el final de sus vidas, Felo indagó en nuevas tendencias y tipos de pintura. Estaba a la última», afirma sobre un creador que, desde una entraña autóctona, transitó por el cinetismo, el muralismo mexicano y el realismo socialista, el surealismo, la abstracción, el arte matemático o el informal, siempre desde un compromiso con su tiempo, aunque tuviera el coste de la represión.

«Normalmente, los artistas tienen demasiada vanidad», reflexiona González Déniz, que prologará el acto inaugural de la exposición con una conferencia, a partir de las 19.00 horas del próximo martes, 26 de junio, en la casa-museo.

«Pero él, en cambio, era un hombre absolutamente sencillo que, sin embargo, emanaba sabiduría y generosidad», explica. Ese es Felo Monzón, nuestro Felo, siempre en el recuerdo como un gran artista, como un artista humilde y solidario, como el maestro infinito.

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