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‘Banda aparte’, un triángulo azaroso

Una elección simple, como girar por una calle en lugar de seguir por una avenida, puede cambiarnos la vida para siempre. La fuerza del destino aguarda agazapado detrás del azar.

Miércoles, 20 de junio 2018, 16:46

Esa es una de las principales ideas que maneja Jean Luc Godard en Banda aparte, una obra imprescindible para entender los derroteros del cine actual.

La cinta arranca en un nudo viario parisino. Un cruce regido por un guardia urbano en el que los vehículos aguardan su turno de paso. No sabemos si nos va a contar la vida del agente o si un accidente está a punto de desencadenar la acción. Al final, Godard elige un auto descapotable para contarnos la historia de sus ocupantes: dos jóvenes soñadores que juegan a ser gánsters. Son los elementos masculinos de una historia triangular que, con sus continuas digresiones, se convierte en una especie de muñeca rusa; a veces muy literaria; otras, metacinematográfica y siempre experimental.

Estos dos chicos conocen en clase de inglés a Odile, una joven ingenua con la que traman un robo en casa de su tía. El trabajo parece fácil, pero el azar hace de las suyas en esta película que incluye varios momentos maravillosos, como una escena de baile de estilo madison donde la música desaparece para dar paso a los pensamientos del trío en la voz del narrador o una carrera alocada para recorrer el Louvre en menos de 9 minutos y 45 segundos que nos recuerda que el arte y el mundo seguirán allí eternamente, pero la vida es breve.

Banda aparte, además, nos descubre el modo en que Godard entendía el cine: una suerte de magia donde el realizador se permite la licencia de enseñarnos algún truco.

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