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Alfred y Amaia fracasan, Israel gana Eurovisión

Alfred y Amaia fracasan, Israel gana Eurovisión

La representante de Israel, Netta, ganó el festival de Eurovisión 2018 con la canción ‘Toy’ y los españoles, Amaia y Alfred, quedaron en el puesto 23.

Agencias / Lisboa

Martes, 21 de julio 2020, 21:17

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Con 520 puntos, Israel logró el triunfo, seguido de Chipre, con 436 puntos, y en tercer lugar Austria, con 342.

Fueron veintiséis los países que compitieron por el codiciado micrófono de cristal, en una gala en la que se mezclaron baladas con ritmos frenéticos.

Las apuestas previas no se equivocaron, ya que las candidatas chipriota e israelí eran las favoritas de esta edición del certamen, la primera que se celebra en Portugal.

Los españoles Amaia y Alfred, que defendieron sobre el escenario del Altice Arena «Tu canción», se quedaron con 61 puntos, en el puesto 23 de la tabla, mientras que las portuguesa Cláudia Pascoal, se quedó en último puesto, con tan solo 39 puntos.

Amaia, con vestido largo de color negro y con bordados brillantes, y Alfred, con traje granate, hicieron una puesta en escena intimista que dejó como únicas protagonistas a sus voces y miradas cómplices.

La ceremonia estuvo marcada por la aparición de un espontáneo que saltó al escenario durante la actuación de Reino Unido y le robó el micrófono a la cantante, SuRie, mientras defendía su tema «Storm».

La artista siguió dando palmas hasta que efectivos de seguridad se llevaron al espontáneo y le dieron un nuevo micrófono para que pudiese seguir cantando.

La de hoy es la cuarta victoria de Israel en la historia del festival, tras las logradas en 1978, 1979 y 1998.

Lágrimas, muchos nervios y un espontáneo que ha arrebatado el micrófono a la representante del Reino Unido, SuRie, han marcado las actuaciones de los participantes en la gala final de Eurovisión, en la que han convivido ritmos electrónicos, pop, góspel, y de inspiración regional con la excentricidad que marca al festival.

La emoción hasta llegar a las lágrimas ha sido una de las constantes de las actuaciones. No la han podido esquivar ni los españoles Amaia y Alfred -que sin embargo sí se resistieron a la tentación del beso final--, la lituana Leva Zasimauskaité, a la que abrazó su marido sobre el escenario, las portuguesas Cláudia e Isaura, o el alemán Michael Schulte.

También SuRie, la representante del Reino Unido, pero ella por un tremendo susto cuando, en medio de su actuación, un espontáneo ha saltado al escenario y ha llegado a arrebatarle el micrófono, ante lo cual siguió dando palmas hasta que personal de seguridad sacó al individuo y pudo continuar.

La rabia y energía con la que retomó sus últimas estrofas, ya visiblemente emocionada y algo temblorosa, generaron un fuerte aplauso entre el público del estadio Altice Arena, y una escalada vertiginosa en las casas de apuestas, donde ha pasado del puesto 22 a colarse entre los diez primeros de la lista.

Superados los doce primeros aspirantes, la emoción dio paso a los ritmos vertiginosos, coreografías medidas al milímetro y hasta gritos en la sala de prensa cuando el checo Mikolas Josef dio su voltereta, algo impensable hace trece días, cuando en su primer ensayo sufrió una caída al intentar la acrobacia que le llevó a un hospital de Lisboa.

Y mientras vibraban quienes seguían la ceremonia en el Altice Arena -y en el centro de la capital lusa, en el Eurovillage situado en la céntrica Praça do Comércio, donde hubo pantallas gigantes-, el festival fue desplegando juegos de luces, efectos e incluso fuego en una peculiar mezcla en la que se sucedía lo lento, lo frenético, e incluso el homenaje.

Recuerdo emocionado

Por ejemplo, el que recibió Lys Assia, primera ganadora del festival de Eurovisión y que falleció el pasado 24 de marzo a los 94 años en su Suiza natal.

El recuerdo a Assia fue un punto de inflexión entre colores y sonidos que pugnaron entre la balada de Lituania, lo casi folclórico de Moldavia, las figuras de gatos chinos de la israelí Netta o las reminiscencias a Beyoncé de la chipriota Eleni Foureira, que revolucionó al público del estadio.

Difícil que la gala fuese más ecléctica, pese a que pretendía sencillez amparándose en la idea del Océano Atlántico como punto de unión entre culturas, y ha acabado por mostrar artistas emergiendo de pianos convertidos en ataúdes, artistas corriendo por la pasarela entre fogonazos e incluso cacareos.

Vídeo.

Todo para derivar en una locura «in crescendo» en la recta final que inició Netta, prometiendo que no es juguete con su tema «Toy», momento a partir del cual los aplausos empezaron a ser atronadores.

La que ocupa la segunda plaza entre los favoritos abrió la veda que siguió la chipriota Eleni Foureira con «Fuego», todo un reto para la capacidad pulmonar de quien lo interprete y baile al mismo tiempo y que es, según las casas de apuestas, quien tiene más posibilidades de ganar.

No había nada que hacer, la fiesta ya había estallado en el Altice Arena cuando el tercero en discordia por la gran corona, el irlandés Ryan O’Shaughnessy, entonaba su balada «Togheter» sobre el amor homosexual.

Tampoco cuando los italianos Ermal Meta y Fabrizio Moro presentaron su homenaje a las víctimas de atentados yihadistas, «Non mi avete fatto niente». Eurovisión ya había gastado los nervios y, de paso, también las lágrimas.

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