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Patricia Pla, voluntaria de la Cruz Roja en El Hierro. Participa activamente en la primera atención a los inmigrantes a pie de muelle. Juan Carlos Alonso

«Los inmigrantes llegan y besan el suelo. Ven tierra y saben que se terminó»

Patricia Pla es voluntaria de la Cruz Roja desde hace tres años. El martes saltó a las portadas tras jugar con un pequeño recién llegado a La Restinga

Silvia Fernández

Valverde (El Hierro)

Miércoles, 11 de octubre 2023

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Patricia Pla llegó hace cuatro años a la isla de El Hierro desde su Valencia natal para trabajar en uno de los nueve centros de buceo de La Restinga. En 2020, a los pocos meses de estancia en la isla llegó un cayuco con 150 personas que cambiaría para siempre su vida.

Recuerda Patricia que aquel día estaba en su casa cuando y cuando vio la embarcación en el muelle, la primera de su vida. Bajó sobre la marcha con agua y galletas para echar una mano y ayudar a los inmigrantes. No la dejaron acceder al muelle porque no era voluntaria pero entonces fue cuando se planteó que tenía que hacer algo. Como apunta, no puede ser que pasen estas cosas «delante de tu casa y te quedes sin hacer nada», que estés en La Restinga «tomando algo en una terraza y no actúes, solo mires».

Así que, con cierto miedo, decidió unirse a la Cruz Roja y ayudar a aquellas personas que cruzan el Atlántico a bordo de una patera con el sueño de buscar una vida mejor.

Desde entonces ha participado en numerosas intervenciones a pie de muelle. Ayer el compañero de CANARIAS7, Juan Carlos Alonso, la fotografiaba en plena tarea en La Restinga haciendo bromas a un pequeño inmigrante de unos dos años que acababa de llegar con el único fin de hacerle sonreír y lograr que olvidara su miedo. Después, convertida en una heroína anónima, acogía entre sus brazos al hermano bebé de este pequeño. «Es duro pero reconforta mucho. Los 'merci' que te dan los inmigrantes son los más sinceros del mundo y, sin embargo, soy yo la que tiene que darles las gracias a ellos por todo lo que me enseñan», indica Patricia.

Como señala, aunque a veces se derrumba y rompe a llorar cuando menos se lo espera debido a la tensión que acumula, ayudar a los inmigrantes que llegan le da mucho sentido a su vida. «Te pones a pensar y te das cuenta que muchas veces nos enfadamos por tonterías y no nos damos cuenta de lo que verdad importa. Ellos me enseñan a mí cada día qué es lo más importante», indica Patricia. «Ayudarles te cambia mucho», manifiesta.

Las jornadas sin descanso de Patricia cuando llegan cayucos son eternas. Primero desarrolla su jornada laboral y después se vuelca con los inmigrantes en el muelle. «Hay días que estoy reventada. La semana pasada cuando llegaron casi 700 personas en un día estuve desde la una del mediodía hasta las nueve de la noche pero te compensa», afirma.

La voluntaria de Cruz Roja Patricia Pla atendiendo a migrantes, entre ellos dos menores, en La Restinga, El Hierro. Juan Carlos Alonso
Imagen principal - La voluntaria de Cruz Roja Patricia Pla atendiendo a migrantes, entre ellos dos menores, en La Restinga, El Hierro.
Imagen secundaria 1 - La voluntaria de Cruz Roja Patricia Pla atendiendo a migrantes, entre ellos dos menores, en La Restinga, El Hierro.
Imagen secundaria 2 - La voluntaria de Cruz Roja Patricia Pla atendiendo a migrantes, entre ellos dos menores, en La Restinga, El Hierro.

Asegura que desde que se hizo voluntaria de la Cruz Roja está todo el día en alerta. «El miércoles, cuando llegó el cayuco de 220 personas, estaba en mi día libre y estaba tan cansada que me iba a echar una siesta. Justo cuando lo iba a hacer escuché el motor de la Salvamar y me dije, para arriba, que viene un cayuco», afirma. Así fue, en cuestión de minutos le entró el aviso de activación de un rescate. Como explica, cuando ocurre esto siente la necesidad de bajar a ayudar.

«Llegan reventados, después de más de siete días de navegación y que haya alguien en el muelle y los reciba, les reconforta. Somos su salvación. Llegan y te lo agradecen enormemente», indica. Como explica, muchos de los que llegan se ponen a cantar e incluso hay quien se baja y besa el suelo del muelle. «No se lo creen. Lo han pasado tan mal que están felices de haber llegado. Ven tierra y saben que se terminó», indica Patricia, que señala que muchos no saben a dónde han llegado. «Saben que es España pero les preguntas si conocen las Islas Canarias y no tienen ni idea, otros sí», indica.

Como manifiesta Patricia, muchos llegan porque quieren trabajar y otros para estudiar. «Todos vienen huyendo de la situación de sus países y buscando un futuro mejor, una oportunidad de vida», apunta.

Patricia teme el día en el que llegue una patera con fallecidos. «No sé como lo llevaré porque eso es especialmente duro», señala. A lo largo de la jornada de ayer no llegaron cayucos a El Hierro, aunque si arribaron a Lanzarote y Fuerteventura tres embarcaciones con 238 personas. Se sabe que hay 15 rumbo a las islas.

Ayer salieron de El Hierro hacia otras islas 405 adultos que habían llegado el martes al fin de dejar libres las plazas para los que lleguen en las próximas horas.

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