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Hallan otro ‘Risco Caído’ en Tara

La cueva funcionó como templo astronómico de los antiguos canarios. Esa es la hipótesis del arqueólogo Julio Cuenca, que ya la visitó en 1981. Durante años fue ermita de la Candelaria.

Martes, 9 de octubre 2018, 13:25

La cueva está en Tara y no es desconocida, ni para los vecinos, que unos años la usaron como ermita de la Candelaria, ni para los arqueólogos. De hecho, ya la describió en 1958 el cronista de Telde, historiador y párroco de San Juan, Pedro Hernández Benítez, que en su obra Telde, sus valores arqueológicos, históricos, artísticos y religiosos, la llamó Cueva de Los Guayres. Lo que sí es nuevo es la interpretación que acaba de hacer pública otro especialista, Julio Cuenca, respecto a la funcionalidad que tuvo esa imponente cavidad artificial para los indígenas. En su opinión, se trata de un templo astronómico, al estilo y manera del de Artevigua o Risco Caído, en Artenara, ese mismo que, junto a otros espacios sagrados de Gran Canaria, aspira a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Según sus tesis, si Risco Caído sirvió para medir el paso del tiempo en el reino de Gáldar, esta cueva de Tara jugaba ese mismo papel en el otro reino en que se dividía la isla, el Guanartemato de Telde.

Explica Cuenca que ya visitó esa cueva en 1981 cuando elaboraba la Carta Arqueológica de Telde y que ya entonces le causó una «enorme impresión», pero que no pudo «imaginar su verdadero significado» hasta el descubrimiento del almogarén de Risco Caído. Eso sí, sabía que debió tener un uso religioso y ritual dada la existencia de canaletas y que no tenía mucho fundamento la interpretación de Hernández Benítez.

Ahora, pasados 36 años y dado lo que ha profundizado en el conocimiento de la arqueoastronomía, afirma que esta cueva de Tara no solo pudo servir para controlar el cambio de las estaciones y llevar un control del calendario (el de los aborígenes era lunisolar) con el que regular sus actividades, sino que también, como en su gemelo de Risco Caído, «lo usaron para la celebración de los rituales que en determinadas fechas llevaban a cabo en relación siempre con la fertilidad de la madre Tierra».

Haz de luz

Como la de Risco Caído, prosigue Cuenca con los paralelismos, el interior de la cueva es de planta circular y sus paredes curvadas forman una figura cilíndrica rematada en lo que parece una cúpula, aunque sin lograrlo. En su techo, como en Artevigua, se abre un orificio por donde entra la luz del sol. Así las cosas, añade Cuenca, «los diseñadores de este centro astronómico-ceremonial de Tara» -igual que se hizo en Risco Caído- orientaron la estructura excavada hacia el este, de tal forma que permitiera que la luz de eventos astronómicos como equinoccios y solsticios entrara dentro del templo y recorriera sus paredes y suelos».

A su juicio, Artevigua y Tara fueron los principales centros astronómicos de la isla.

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