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Una pancarta en la que rezaba «No al carril del Cabildo, sí al acceso a la capital» presidía la concentración que este martes, entre las 08.00 y las 10.00 horas, protagonizó un grupo de vecinos del barrio de El Secadero, en Las Palmas de Gran Canaria. Una acción que suponía la tercera protesta -tras las celebradas los días 16 y 27 de agosto- contra la reordenación del tráfico realizada por el Cabildo de Gran Canaria en este tramo de la GC-110, la carretera del Centro.
La medida se incluye en una actuación impulsada por la institución insular para, según un comunicado, «acondicionar un acceso seguro para peatones» desde el barrio «a las paradas de guagua situadas junto a la carretera general». Pero el barrio la rechaza de plano porque entiende que se les deja encerrados.
«Es un problema y un gasto», apunta Clara Marrero, vecina y usuaria habitual del servicio de taxi, que señala que ahora los recorridos para llegar a la ciudad se encarecen porque la línea continua que luce la vía, desde hace casi un mes, imposibilita tomar el carril izquierdo a la salida del barrio y obliga al tráfico rodado a continuar por el de la derecha hasta Tafira Baja para regresar a Triana-Vegueta, o bien a optar por dirigirse hacia El Batán como alternativa.
«Esto es una cosa injusta que se puede arreglar fácilmente», comenta quien no entiende la medida pues «esto llevaba así 40 años» y «porque aquí no ha habido problemas de accidentes».
Algo que corrobora Juan Mejías, vecino de toda la vida del barrio que añade que «ahora tenemos que ir a Tafira y con el Sagrado Corazón se forma un paquete», dice sobre los problemas de tráfico de esa zona.
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Rebeca Díaz González
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Marta Medina, secretaria de la asociación de vecinos Guaxara, explica que el descontento es general en El Secadero y que esta nueva acción reivindicativa que organizan responde a que no les convence la justificación ofrecida por el técnico insular a CANARIAS7 en el sentido de que con la reordenación efectuada en la zona se prima la seguridad del peatón frente a la comodidad de conductores, que incrementan el tiempo de trayecto en 3,5 minutos.
«No son 3,5 minutos, sino que son como tres kilómetros y se tarda cuatro minutos, casi cinco, y sin tráfico», apostilla.
También critica que nadie «se haya puesto en contacto con nosotros para ver otras opciones», aunque «hay vecinos que, vía telemática, le han propuesto alternativas» a la entidad insular.
Mientras la portavoz vecinal expone sus argumentos, las personas que escenifican la protesta con pitos, bocinas y megáfono cruzan de manera reiterada el paso de peatones provisional instalado a unos metros de la salida del barrio, generando con ello una congestión de tráfico que fue en aumento con el paso de los minutos.
Aunque los protagonistas de la protesta trataban de explicar a los conductores el motivo de su acción, algunos no lo entendían pues llegaban tarde a sus centros de trabajo o a llevar a su prole al colegio. Los hubo que incluso bajaron de su vehículo para pedir que se les permitiera pasar.
Los residentes permitían el paso de unos pocos coches y guaguas escolares y de transporte público antes de volver a cruzar el paso peatonal, pero la cola iba en aumento y los nervios de algunos de sus ocupantes.
Así las cosas, a las 8.57 horas se personó un coche de la Guardia Civil para informarse del asunto. Los vecinos mostraron la autorización otorgada por la Subdelegación del Gobierno para su concentración, que no incluía la interrupción de la circulación.
Los agentes no les impidieron seguir cruzando el paso peatonal pero les pidieron dejar pasar a los coches en grupos de diez para así aliviar la situación. También la Policía Nacional, que llegó a las 9.30 horas, habló con los residentes y pidió su colaboración para descongestionar la vía.
Las personas que solicitan al Cabildo que revierta la situación atendieron esta demandas.
Sobre las 09.50 horas, cuando la concentración fue tocando a su fin, los vecinos anunciaron que van a seguir en la brega.
«No vamos a parar hasta conseguir nuestra salida a Las Palmas», pregonaba, megáfono en mano, Manuel de Jesús Rodríguez. También aprovechó para pedir disculpas a los conductores por una protesta que entiende legítima pues perjudica a El secadero y núcleos cercanos.
Por eso el presidente de la asociación Batán-San Roque, Ramón Montesinos, les respaldó este martes con su presencia. «No contaron con los vecinos, les vendieron la moto. Le explicaron lo bonito pero no las consecuencias que iba a tener», expone sobre la reunión que mantuvo el consejero insular de Obras Pública, Augusto Hidalgo, con representantes de Guaxara. Añade que «le jugaron el ojo a personas que no estaban preparadas» y les señalaron que «era provisional».
Pero entiende que «las cosas no se hacen así. Y desde las asociaciones de vecinos venimos reivindicando que todo lo que se haga en los barrios tienen que ser consensuado con lo vecinos».
También la consejera portavoz del grupo de Coalición Canaria en el Cabildo de Gran Canaria, Vidina Cabrera, y el concejal de Coalición Canaria en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, David Suárez, se acercaron la mañana este martes al barrio capitalino para abordar la situación en la que ha quedado la GC-110.
La siguiente cita del calendario reivindicativo de El Secadero es este jueves, ante la Consejería de Obras Públicas del Cabildo grancanario.
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