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El 16 de agosto un numeroso grupo de residentes en El Secadero, en Las Palmas de Gran Canaria, se concentró junto a la GC-110 -carretera del Centro- para dejar patente su rechazo a la reordenación del tráfico realizada por el Cabildo de Gran Canaria en este tramo de la vía. Una medida incluida en una actuación impulsada por la entidad insular para, según un comunicado oficial, «acondicionar un acceso seguro para peatones» desde el barrio «a las paradas de guagua situadas junto a la carretera general», pero que en la práctica deja a quienes viven y trabajan en la zona sin su tradicional cambio de sentido hacia la parte baja de la ciudad.
Y es que la isleta y la línea continua que luce la vía desde hace unas dos semanas impiden tomar el carril izquierdo a la salida del barrio y obliga al tráfico rodado a continuar por el de la derecha hasta Tafira Baja para dirigirse a la zona de Triana-Vegueta, o bien optar por El Batán como alternativa.
Posibilidades ambas que no han sido bien acogidas por unos ciudadanos que sienten que se ha alterado su tranquila convivencia sin tener en cuenta sus necesidades y que alertan de los problemas de congestión de tráfico que se registrarán con el inicio del curso escolar. Algo que dicen también repercutirá en San Roque, El Batán y Tafira Baja.
Ante esta perspectiva, los residentes no se resignan y en la mañana de este martes protagonizaron una nueva concentración de protesta con pancartas, a la que sumaron cortes de tráfico cruzando reiteradamente el paso de peatones provisional instalado en la zona y una caravana de una veintena de vehículos con la que recorrieron el trayecto que ahora han de efectuar para dirigirse al centro de la capital, y así escenificar el «caos» que vaticinan comenzarán a vivir con el inicio del colegio en septiembre.
«Seguiremos luchando», asegura Manuel de Jesús Rodríguez, que megáfono en mano lee a los presentes el documento que se ha pasado toda la noche redactando y en el recoge los inconvenientes que los cambios introducidos generan a vecinos que como él se sienten afectados porque entienden les complican la vida y piden que se reviertan.
La misma aspiración que tiene la asociación de vecinos Guaxara, que en voz de su presidenta Julia Sánchez, asegura que esta intervención del Cabildo, contrariamente a lo que se señala desde la entidad insular, no tiene el respaldo de los residentes. Pues garantiza que en el encuentro que tuvieron en su día con el consejero de Obras Públicas, Augusto Hidalgo, «nos explicaron el proyecto y todo lo bonito que iba a quedar el paso peatonal, pero la salida no se nombró. Nos sentimos engañados».
Además, señala que en la reunión que mantuvo junto a otro integrantes de la entidad vecinal con el director insular de Conservación de Carreteras, Fernando Hidalgo, el pasado jueves, «nos dijo que eso estaba hecho y no se podía quitar. Aunque por otro lado han dicho que hay otro proyecto desde la Casa del Gallo al cruce de Las Brujas, pero nadie ha visto ese proyecto tampoco».
Marta Medina, secretaria de Guaxara, también estuvo en ese encuentro con el técnico del Cabildo. «Nos dio la oportunidad de explicar nuestras necesidades», pero dice que después de hablar una hora, solo lograron que les dijera «que cuando comenzaran las clases valoraría la situación, pero sin compromiso de que pudiera haber un cambio y que iba a finalizar la ejecución de la obra».
Una respuesta que no conforma a unos vecinos que ya estudian nuevas acciones de protesta. Y es que, como señala Marta Medina, no les convence la justificación ofrecida por el técnico insular a CANARIAS7 en el sentido de que se prima la seguridad del peatón frente a la comodidad de conductores que solo ven incrementado el tiempo de trayecto en 3,5 minutos.
«No es cierto que sean solo tres minutos, además, en ese tiempo pueden pasar muchas cosas», dice en el momento en que una ambulancia trata de salir de El Secadero y hace sonar su sirena.
Además, recuerda que los vecinos se ven perjudicados porque este mayor trayecto encarece el servicio de taxi. «No todo el mundo tiene condiciones económicas», manifiesta.
Algo que corrobora Clara Marrero, que aunque tiene coche también solía coger taxis. «Pero ya no lo hago porque no me puedo permitir ese lujo», expone.
Julián Sánchez, vecino de El Batán, también apoya a El Secadero en su reivindicación porque dice que este problema repercutirá en su barrio. «El tráfico irá a la calle principal de El Batán, donde hay un colegio, un polideportivo, un instituto, un Hiperdino y un centro de salud» y da a una rotonda que se congestionará aún más cuando arranque el curso.
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Carlos Nieto y Josemi Benítez
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