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«¿De qué sirve que el Cabildo cuente con una magnífica Carta Etnográfica —que recoge gran parte de nuestro patrimonio histórico— si después no actúa en su protección, mantenimiento y difusión?». Es la pregunta de la asociación patrimonial El Efequén a la vista de que la pared sur del taro de Teguerey, en el municipio de Tuineje, se derrumbó por las últimas lluvias del ciclón Hermine.
Este lamentable suceso, acelerado por las recientes lluvias, «pudo haberse evitado si las instituciones públicas hubiesen intervenido haciendo uso de sus competencias y deberes entre los que se encuentra la salvaguarda del patrimonio histórico insular», sostiene El Efequén.
El taro de Teguerey es uno de los escasos ejemplos de esta singular edificación representativa del mundo rural majorero «que todavía se mantenía en pie a pesar del abandono sometido por las instituciones». Además de su valor arquitectónico y etnográfico, los taros son manifestaciones «de gran valor para interpretar el pasado insular y ejemplos de las soluciones imaginativas y adaptadas que la población majorera ideó en épocas pretéritas».
Los taros, continúa la asociación patrimonial majorera, además tienen un valor añadido en cuanto que cada uno de ellos «son exclusivos puesto que la forma, el tamaño y otras peculiaridades venían condicionadas por el lugar, los materiales de la zona y su utilidad». Es el caso del taro de Teguerey, de grandes dimensiones, con un pozo dentro y construido -según fuentes orales- a finales del siglo XVIII.
La asociación patrimonial El Efequén indica otros casos de deterioro de edificaciones emblemáticas, algo «visible y constatable», como por ejemplo la Casa de la Costilla, en el municipio de La Oliva. «Es una emblemática y distinguida edificación que día a día sufre el expolio».
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