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El taro de Teguerey, con la tajea que conduce del pozo al tanque. J. MELIÁN / ACFI PRESS
El taro de Teguerey, los Cuartos Altos y otros bienes culturales olvidados en Tuineje

El taro de Teguerey, los Cuartos Altos y otros bienes culturales olvidados en Tuineje

«No los dejen caer» pide Manuel Rodríguez mientras enseña el patrimonio arquitectónico tradicional del pueblo

Catalina García

Puerto del Rosario

Domingo, 30 de mayo 2021, 02:00

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El recorrido por el patrimonio de la arquitectura tradicional de Tuineje arranca en el taro de Teguerey, con las vigas de madera a la intemperie y las paredes de piedra amenazando con desmoronares en el próximo invierno. De allí, al conjunto de viviendas del entorno de la casa de las Simonas, ya en Tuineje casco, donde sobreviven los Cuartos Altos y hasta el inmueble testigo de un doble asesinato de un padre y un hijo en 1893.

En cada parada de la historia del pueblo, alzando la vista a las casas sin techos, a las piedras descarnadas, a la tajea que las aulagas tapan, a la escalera a la nada de los Cuartos Altos, Manuel Rodríguez Perdomo (Tuineje, 1951) reitera «No los dejen caer». Dirigido a todos y a nadie, al Ayuntamiento y al Cabildo de Fuerteventura, pero con la esperanza de que no quede como un brindis al sol.

En el caso del taro de Teguerey, «no aguanta ni un invierno más y con una simple obra urgente de mantenimiento de las paredes es suficiente para evitar que se desmorone» y toca las paredes, aparta un matomoro, señala el pozo desde donde al agua salía para el tanque. «Este taro es único en Fuerteventura y en Canarias sólo hay otro más». Su excepcionalidad radica en su tamaño, casi 100 metros cuadrados de capacidad, y por contener un pozo en su interior, ahora entullido, y una noria de la que sólo queda huella del eje.

«El caso más singular es el taro, por el que han pasado todos los presidentes del Cabildo, pero nadie hace nada»

Construido a principios del siglo XVIII según fuentes orales, que son los mayores de Tuineje, perteneció a los dueños de la Casa de los Coroneles, en La Oliva. Con los siglos, cambió de dueños y de uso, de hecho Manolín, como todos le conocen, recuerda que en la década de los 60 del siglo XX sólo funcionaba como almacén de grano y el pozo estaba seco.

De Teguerey, la búsqueda del patrimonio arquitectónico tradicional conduce a Tuineje casco donde la casa más antigua se mantiene en pie a duras penas, muy a duras penas, obligando a estrechar la calle Eustaquio Gopar. Son los llamados Cuartos Altos que Manolín recuerda que estuvieron habitados por unos comerciantes de origen árabe hace decenios.

En la misma calle, un poquito más abajo, más humilde, está la casa donde Miguel Quesada Camejo asesinó a balazos a Felipe Francés Díaz y a su hijo Antonio, a la sazón secretario del Ayuntamiento, el 10 de octubre de 1893. En el suelo quedaron los dos, como los techos de la vivienda con el paso del tiempo.

En un triángulo de piedra e historia, el último vértice patrimonial es la Casa de las Simonas, que es la excepción porque sí está restaurada desde la década de los 90, pero sueña con ser museo.

Las obras de conservación y de freno a la devastación son necesarias para atraer el turismo a la Fuerteventura interior, qué duda cabe, pero Manolín piensa también en los propios habitantes de los pueblos. «Es importante que los ciudadanos se sientan cómodos y vean que, en el lugar rural que han elegido vivir, el entorno está cuidado». Rodríguez opta por definirse como persona con inquietudes por los bienes culturales de su pueblo, «pero con ninguna suerte porque, por ejemplo, por el taro de Teguerey han pasado todos los presidentes del Cabildo, pero ni caso».

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