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Oleg Lisovskyy, despliega la bandera ucraniana y hace el símbolo de la victoria en su casa de Puerto del Rosario. Javier Melián / acfi Press
Oleg: «Si me hubiera quedado en Ucrania, estaría muerto»

Oleg: «Si me hubiera quedado en Ucrania, estaría muerto»

guerra de ucrania ·

La vida de la familia Lisovskyy sigue en Fuerteventura pese a la guerra: su cuñada Ludmila ha conseguido trabajo, nació el pequeño Artem, la suegra cumplió 85 años

Catalina García

Puerto del Rosario

Lunes, 27 de febrero 2023, 15:52

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Este 24 de febrero, cuando se cumplió un año de la invasión del ejército ruso y empezaron a caer las primeras bombas sobre Ucrania, Oleg Lisovskyy y su familia se sentaron en su casa de Puerto del Rosario «y recordamos a los muertos de esta guerra y a los vivos que siguen allí». Como aquel entonces, la pregunta de este ciudadano afincado en Fuerteventura desde hace 23 años es la misma: «¿Por qué una guerra?» .

Desde aquel 24 de febrero de 2022, a las seis de la mañana, Oleg (Vinnitsa, Ucrania, 1961) se levanta cada día para enterarse de los bombardeos, los repliegues y el recuento tan fatídico de muertos. «Poco jóvenes quedan ya en mi país. Y en Rusia pasa igual, han fallecido 150.000 rusos y Putin sigue mandando a morir a los suyos cada día».

Los informativos le confirman que durante la noche su país logró derribar once de los catorce drones bomba lanzados por el Kremlin en un nuevo ataque sobre Kiev y Jemelnitski, en el oeste del país, donde causaron al menos dos muertos y tres heridos. «¿Y los otros tres drones bomba que no lograron detectar? ¿A cuánta gente realmente alcanzo? Hasta yo mismo estaría muerto si me hubiera quedado en mi país y no me hubiera ido en el 2000».

El 4 de marzo, llegaron las tres Ludmilas (cuñada, suegra y sobrina) y su sobrino de cinco años al aeropuerto de Fuerteventura tras semanas de viaje en coche, avión desde Praga a Barcelona y por fin a la isla.
El 4 de marzo, llegaron las tres Ludmilas (cuñada, suegra y sobrina) y su sobrino de cinco años al aeropuerto de Fuerteventura tras semanas de viaje en coche, avión desde Praga a Barcelona y por fin a la isla. Javier melián / acfi press

Desde aquella mañana en que el ejército de Putin cruzó la frontera de su país, Oleg intentó traerse a las mujeres de su familia y lo logró el 4 de marzo de 2022, cuando aterrizaron en Fuerteventura por fin su cuñada, su suegra y testigo de la segunda guerra mundial, una sobrina y un sobrino de cinco años. Un año después, la familia vive dividida entre dos casas porque una vivienda grande es cara, «carísima», y ha conseguido trabajo su cuñada Ludmila Rozhik.

La otra Ludmila, Ludmila Cherba, cumplió 85 años en la isla y aún le da las gracias al yerno por acogerlas. «Yo le digo que lo hice porque es como mi madre para mí».

Como la vida sigue pese a la guerra, la amenaza diaria de las bombas y las bajas diarias en uno y otro bando, hasta ha nacido un niño el 1 de enero en esta familia ucraniana en Fuerteventura:Artem, hijo de Victoria, mujer de su sobrino. «Vivimos aquí, sí, en paz, pero lo hacemos pensando siempre en la gente de allá: el día del aniversario del inicio de la guerra, cada día».

Oleg, haciendo la señal de la victoria en una calle de Puerto del Rosario.
Oleg, haciendo la señal de la victoria en una calle de Puerto del Rosario. javier melián / acfi press

Este ciudadano, abuelo también de una niña, Sofía, nacida en Fuerteventura, habla de una guerra «que rompió tanto, la gente se ha quedado sin casa y va de un lado para otro buscando donde vivir, se rompe toda la vida y todo por Putin este. Los rusos siempre piensan que Ucrania es de ellos, les pertenece. Y no, Ucrania es de Ucrania».

El final de la contienda depende del envío de armas, aviones y tanques desde otros países. «España nos ha mandado y estamos muy agradecidos, pero necesitamos más: si mandan cuatro tanques, en realidad necesitamos 40, mil tanques, para acabar con esta matanza. Y lo mismo con los aviones que Biden no envía».

En Fuerteventura, lo reitera varias veces, «vivimos bien, pero en mi piso ya no me cabe nadie más. España da papeles para dos años en principio».

En su coche, Oleg, trabajador ya jubilado de una empresa de construcción, lleva banderas y banderas de su país. La misma bandera que se repite en su gorra, en la camiseta y que despliega desde la ventana de su casa «¿Quieres una? Las compré por AliExpress. Coge esta. Te explico: el amarillo es por el trigo, que en Ucrania se produce mucho; el azul es por nuestro cielo; y el símbolo central significa libertad en ucraniano». Libertad: un año depués, más que nunca.

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