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Desde que empezó la crisis que ayer desembocó en guerra, Oleg Lisovskyy (Vinnitsa, Ucrania, 1961) apenas se despega de la televisión y vive con el corazón en su país porque allí aún reside su cuñada con los hijos. Residente en Fuerteventura desde hace 22 años, donde tiene una nieta majorera, avisa de que «Putin es como Hitler, si no lo paran ahora, toda Europa va a tener problemas. Si coge Ucrania, luego irá Polonia y seguirá. Hay que pararlo».
Con el ruido de los bombardeos de fondo que lanza el canal 24 horas, Oleg propone salir en la foto con la bandera ucraniana que tiene en su casa de Puerto del Rosario. «Mi mujer Iryna está trabajando ahora, pero por la tarde regresa».
«Ahhh» es su primera reacción a la invasión anunciada que finalmente se materializó este jueves. «Putin coge un poquito de tierra allí porque dice que es su gente, ante lo que Ucrania está defendiéndose como puede, pero Rusia es muy fuerte y mi país necesita ayuda». El aviso es claro: «Si no le para, vamos camino de otra guerra mundial en Europa».
En Vinnitsa, su provincia natal situada en el centro de Ucrania, están intentando salir del país la hermana de Iryna y sus hijos. «Allí están disparando también los militares rusos. Mi cuñada quiere irse, aunque piensa volver cuando acabe todo esto. Ella cuenta que todo el mundo está llenando los coches de combustible, preparándose, comprando alimentos de reserva, haciendo un equipaje ligero, con las pocas cosas imprescindibles».
El miércoles, un día antes de la invasión, hablaron con la cuñada, presa de incertidumbre, esperando a ver lo qué recomienda el presidente ucraniano a los civiles . «Allí todos están muy nerviosos y lógicamente preocupados». La única certeza es que los soldados ucranianos «tienen que defenderse , tienen que disparar» ante el ataque de Rusia que sigue sin cesar.
Oleg eligió Fuerteventura para vivir. Trabajó en la construcción con la empresa majorera de Pablo de León, «con el hormigón», hasta que sufrió un accidente y ahora vive prejubilado, casi a punto de cumplir los 61 años. Tiene una hija Iuliia, que nació en Vinnitsa, y una nieta majorera: Sofía, a punto de cumplir once años.
El freno a Putin se consigue «todos juntos: los países de la Unión Europea y los americanos nos tienen que ayudar. Hace falta mucha fuerza y muchos medios para parar a Rusia». De vuelta a las noticias del día, Lisovskyy contempla los disparos en el aeropuerto y comenta esperanzado que sus compatriotas están rechazando el pulso de Putin, «a ver si aguantamos así».
De Rusia, concluye, «nunca nada bueno. Todos estos años, los ucranianos llevamos peleando por nuestra libertad para que al final diga el Putin que Ucrania es rusa, cuando es más antiguo como país que la propia Rusia».
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