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Pasear por un manuscrito es un acto que acerca al alma del escritor. CANARIAS7 conserva la última intervención como concejal de Jerónimo Saavedra en el Salón Dorado de las Casas Consistoriales. Su puño rellenó cinco cuartillas en las que explica las razones por las que no podía declinar la oferta de ser Diputado del Común. En las cinco cuartillas que utiliza para ello, el recién fallecido político reflexiona sobre la importancia del servicio público. Una escritura pulcra caracteriza el estilo de Saavedra, jalonado solo por pequeños añadidos que demuestran la claridad de ideas que tenía el entonces edil socialista, quien estampó su firma en el documento al acabar su intervención, momentos antes de entregarlo a este periodista.
Fue una intervención breve. Luego se marchó, en medio de una ovación que le dedicó el resto de los corporativos presentes. Pero no fue un debate limpio. Su renuncia al acta de concejal quedó deslustrada por una «agarrada», como la definió la crónica del 26 de noviembre de 2011, entre el PSOE y el PP «a cuentas de la intención del alcalde actual, Juan José Cardona, de recusar el nombramiento de Saavedra como Diputado del Común. Sólo Compromiso por Gran Canaria y Nueva Canarias se mantuvieron al margen de este agrio debate».
Eso no alteró el paso del experimentado político, que mostraba su ilusión por volver a defender al ciudadano. «Debe ocurrir que ser del común es como volver a la base de la democracia y tratar de convertirse en uno más del común, aspirando a ser su ilusión o su esperanza», explicaba Jerónimo Saavedra, «por ello, esto no es una despedida cargada de tristeza. Es una oportunidad para agradecer, sin exclusión, a todos los que en los últimos cuatro años y medio hemos convivido ejemplarmente en el gobierno de esta ciudad. Acertando y equivocándonos».
En ese momento de su discurso pronunció unas palabras que resultan sorprendentes por ser plenamente vigentes en el monte actual. «(...) En momentos muy difíciles en los que la demagogia debe sustituirse por la información y la explicación veraz. En los que la tolerancia y la prudencia sean siempre la marca, el estilo de esta información».
El único exceso que se permitió en su discurso fue el de situarse en la avanzadilla del amor por la ciudad respecto al resto de los corporativos, algo que atribuyó a que había vivido más tiempo que los demás. Citó a Alfredo Kraus, a Agustín Millares Sall, a Felo Monzón, a Néstor Álamo y a Juan Rodríguez Doreste, pero también a todos los que forman parte del paisaje vivo de la ciudad. Y luego se despide: «Me duele dejar esta casa, pero me satisface volver a la base, al común».
Adiós a Jerónimo Saavedra
David Ojeda
Victoriano Suárez Álamo
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