Invierno, fragilidad y prevención
«Está demostrado que la detección e intervención rápida y eficaz en el paciente mayor frágil, sobre todo en los meses de invierno, puede evitar serias complicaciones, el deterioro funcional y la dependencia».
René de Lamar / Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 24 de diciembre 2017, 12:43
Asistimos a día de hoy al maravilloso y extraordinario fenómeno del envejecimiento humano, lo que ha creado lo que pudiéramos definir como un nuevo tipo de pacientes, de una edad cada vez mayor, con múltiples enfermedades concomitantes, limitaciones funcionales y alto riesgo de declive que se potencia en los meses de invierno, por lo que en base a tan importante tema estructuramos el artículo de hoy.
No solo el hecho de enfermar tiene características diferentes en las personas mayores, también varia significativamente la actitud del propio paciente mayor al afrontar la enfermedad y la actitud de toda la sociedad, incluyendo la familia, cuidadores y los profesionales sanitarios ante los mayores enfermos.
El primer problema que surge en el momento de valorar cualquier problema en una persona mayor consiste en distinguir la enfermedad del envejecimiento normal.
Este perfil de paciente mayor, con múltiples enfermedades y que ingiere numerosos fármacos consume alrededor del 75 % de los recursos del sistema sanitario.
Ante esta demanda creciente, se ha convertido en un foco de atención, no solo de médicos y otros profesionales sanitarios implicados en la atención al mayor sino también de autoridades sanitarias, economistas y epidemiólogos, situación que se agrava en los meses de invierno por la alta incidencia de enfermedades de las vías respiratorias tanto víricas como bacterianas e hipotermia entre otras afecciones en la que las bajas temperaturas crean las condiciones propicias para su aparición.
El conocimiento de la situación basal del paciente mayor, tanto en estado de salud como el funcionamiento previo en caso de una enfermedad aguda o deterioro reciente reviste gran importancia.
Los grandes síndromes geriátricos como las caídas, inmovilidad, incontinencia y deterioro mental entre otros han constituido el eje central en estudios, publicaciones y en la atención al mayor, pero a día de hoy también se deben tener presentes la interacción de múltiples enfermedades y situaciones subclínicas, larvadas que deterioran la funcionalidad y repercuten sobre la calidad de vida.
Por lo anteriormente expuesto debemos aproximarnos cada vez más a un abordaje atípico de las enfermedades respecto a la medicina convencional del adulto joven, con unas prioridades diagnósticas y terapéuticas diferentes a las habituales, más multidisciplinarias e integradoras.
Debemos intentar siempre mejorar la precisión diagnóstica y descubrir cuanto antes problemas tratables no diagnosticados, es primordial sobre todo si tenemos presente la presentación atípica de las enfermedades, muchas de las cuales se manifiestan como discapacidad, más que mediante signos específicos.
En este contexto, el concepto de fragilidad asume un protagonismo razonable y necesariamente vinculado a la vulnerabilidad y manifestaciones funcionales como vía final común de la multimorbilidad y envejecimiento patológico que se manifiesta especialmente personas de edad muy avanzada.
El grupo que más crece es el de los mayores de 80 años, asistimos al envejecimiento del envejecimiento.
Es necesario abordar en todo momento la capacidad funcional e intrínseca del adulto mayor en el contexto del envejecimiento saludable, dentro de la trayectoria vital de cada individuo.
La neumonía es frecuente en invierno, a veces tras una simple afección vírica de las vías respiratorias, es sin lugar a dudas una infección seria en cualquier grupo de edad, pero en el paciente mayor puede ser un suceso especialmente devastador, suscomplicaciones son especialmente frecuentes y graves.
Se puede manifestar por un curso indolente y larvado, con sintomatología poco manifiesta, la fiebre es muy moderada o inexistente.
La vacunación antigripal y antineumoccica pueden jugar un papel importante como aspecto preventivo en la población mayor
Evaluar la repercusión funcional de la enfermedad, una vez conocida la causa permite conocer el grado de discapacidad que ocasiona que puede oscilar de ninguna incapacidad a completa dependencia.
Es cada día más evidente la utilización del concepto de fragilidad como una variable relacionada con el envejecimiento y derivada de una adecuada valoración multidimensional proporcionada por los instrumentos básicos empleados en la valoración geriátrica.
Tan importante es la herramienta utilizada para detectar fragilidad como ayudar de una manera eficaz a aquellas personas evaluadas aplicando la creciente evidencia científica en el manejo diagnóstico y terapéutico adecuado.
La identificación de los componentes potencialmente tratables de la fragilidad es la clave establecer un plan de tratamiento integral y eficiente.
El concepto de fragilidad y su justa aplicación en la práctica clínica debe servir como claro ejemplo de la transición desde un marco teórico centrado en síndromes geriátricos a un modelo práctico enfocado para lograr la máxima eficiencia en el manejo de un paciente mayor y frágil.
Las diferentes escalas que se utilizan no son diagnósticas, constituyen ayudas para el diagnóstico, este viene dado por los criterios diagnósticos específicos de cada enfermedad.
Es responsabilidad de todos los profesionales sanitarios implicados en la atención a nuestros mayores aplicar y optimizar al máximo intervenciones precisas en las que se integren los modelos de cuidados de forma operativa y con máxima eficacia.
Contemplar medidas preventivas es fundamental, cuanto antes se inicie mejor y ninguna edad excluye de su probables beneficios.
Se deben establecer los planes de cuidados y de tratamiento a la medida de las condiciones de cada paciente y monitorizar los cambios obtenidos con el tratamiento e intervenciones de diversa índole.
Datos prácticos
Una población cada vez más envejecida con alto riesgo de declive de su situación funcional precisa una atención, abordaje sanitario y social diferente e innovador.
El envejecimiento poblacional ha conseguido que las intervenciones médicas
trasladen su foco de atención desde la enfermedad como objetivo único de los
planes terapéuticos a incluir el concepto de funcionalidad como estrategia global e integradora en pacientes complejos.
El concepto de fragilidad esta impregnando el resto de especialidades médicas.
Las decisiones ante la enfermedad de un paciente mayor no se deben tomar basados exclusivamente en criterios cronológicos, este criterio esta desfasado.
Definir a un paciente mayor como frágil debería implicar centrarse en como
traducir aspectos teóricos en resultados prácticos e implementarlos.
Estar alertas ante las afecciones que en esta época del año son frecuentes en los mayores puede favorecer un diagnostico y tratamiento precoz y evitar las complicaciones y discapacidad.