Cerca de cuatro años, este es el tiempo que ha necesitado la Unión Europea para hacer converger todas las opiniones. Las negociaciones entre Consejo, Parlamento y Comisión Europea se cerraron el pasado 7 de diciembre y este martes los europarlamentarios han dado el visto bueno definitivo a la Directiva de eficiencia energética en edificios (EPBD por sus siglas en inglés) con 370 votos a favor, 199 en contra y 46 abstenciones. Esta normativa tiene un objetivo claro, que es lograr un parque inmobiliario de cero emisiones en 2050. Aunque «vamos algo tarde», explica Javier Méndez, director técnico del Colegio de Aparejadores de Madrid. En el Viejo Continente, los edificios suponen el 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero y es necesario actuar sobre millones de viviendas.
En España, concretamente, la cifra se sitúa sobre los 17 o 18 millones, calcula Méndez. «Todas estas no tienen un aislamiento adecuado», añade. Esto supone, aproximadamente, que el 80% de los edificios españoles tienen un certificado energético bajo o muy bajo. Su calificación se mueve entre el G, E y el F; los más bajos. «Tenemos un parque de viviendas muy envejecido y poco eficiente», apunta Fernando Landecho, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. «Es necesario hablar de rehabilitación», apunta Landecho.
Si se le da la vuelta a la tabla, los edificios que alcanzan la mejor calificación, la letra A, no llegan al 0,3% del total en el caso de las emisiones. Así, los arquitectos avisan: «En los próximos años, uno de cada tres arquitectos se dedicará a la rehabilitación energética, puesto que, con las exigencias de la EPBD, será necesario multiplicar por 12 la rehabilitación anual de viviendas para cumplir con los objetivos marcados por la UE y los Acuerdos de París», advirtió en un comunicado el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE).
Todos a una
Como ocurre en cualquier examen para sacar buena nota, y en este caso energética, es positivo tener una buena base, pero los cimientos aquí ya tienen muchos años. El problema es que «muchos de nuestros edificios están construidos en los años 50, antes de que existiera una normativa térmica, y ni que decir que la mayoría son anteriores a 2006 cuando entró en vigor el actual código técnico», explica. El reglamento actual exige un aislamiento entre 10 y 12 centímetros, el cuádruple del exigido en los años 80. «Hablamos de un aislamiento de otro siglo», recuerda Méndez.
«En los próximos años, uno de cada tres arquitectos se dedicará a la rehabilitación energética»
Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España
Lo importante, señalan los expertos consultados por este periódico, es plantear una reforma integral. «De nada sirve que yo cambie mis ventanas y aisle mi trozo de fachada y el vecino de arriba no lo haga», explica Landecho. Aunque cada vivienda tiene asociado un certificado energético, este puede no coincidir con el del edificio completo. Aunque este último sí influye en el individual. «Es mejor no hacer la guerra cada uno por su cuenta», señala el director técnico del Colegio de Aparejadores de Madrid.
¿Qué hacer?
El primer paso es identificar la necesidad de renovar el edificio y para lograr mejorar la nota, lo más rápido es la actuación en la carpintería exterior de los bloques de vivienda. «Es como si le ponemos un abrigo a los edificios», destaca Méndez. Cambiar las ventanas, repintar la fachada o colocar toldos mejoran la eficiencia energética y mantienen estables la temperatura en el interior.
No obstante, la solución más demandada es el sistema SATE, una solución de aislamiento térmico por el exterior que consiste en un panel aislante adherido a un muro. «Es el más popularizado, pero también tiene sus contrapartidas», advierte Landecho. «Estamos perdiendo los ladrillos por unas actuaciones en colores que muchas veces no están unificadas unos bloques con otros», añade.
El vocal del colegio madrileño de arquitectos recuerda otras soluciones, aunque, en este caso, basadas en la naturaleza. Cada vez es más frecuente ver fachadas con enredaderas o auténticos jardines en los tejados. «Es cierto que aún es minoritario, pero son climáticamente muy buenas y no hay que tener miedo a las posibles goteras».
«Estamos perdiendo los ladrillos por unas actuaciones en colores que muchas veces no están unificadas unos bloques con otros»
Fernando Landecho
Vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid
Sin embargo, esta actuación confronta con otras líneas para mejorar la eficiencia energética del edificio. «El tejado se puede usar para incorporar alguna generación de energía renovable», detalla Javier Méndez.
Una vez arreglada la cubierta exterior, los expertos miran al interior y se centran en mejorar el rendimiento de las instalaciones de calefacción, agua caliente y refrigeración. Quizá este punto sea más crítico que aumentar la nota energética.
Años antes de la entrada en vigor de la EPBD, los Estados miembros tienen dos ejercicios para trasponerlas, lo hace la nueva posición sobre calderas de combustibles fósiles, como las de gas o petróleo. En 2040 deben desaparecer, pero mucho antes, ya en 2025, debe eliminarse cualquier incentivo para la instalación de estos sistemas en los edificios europeos. «Esta ley ayudará a reducir las facturas de energía y abordará las causas profundas de la pobreza energética, al tiempo que generará miles de empleos locales de alta calidad en toda la UE», celebró el ponente de la Eurocámara, el ecologista irlandés Ciarán Cuffe.
Buena planificación
Pero lo más importante -alerta Paula Rivas, directora técnica de Green Building Council España (GBCe)- «es hacerlo paso a paso y con un experto que guíe a todos los vecinos en lo que hay que hacer y cómo hacerlo». «Afectará durante mucho tiempo al confort y también al bolsillo», añade.
El precio varía, aseguran los expertos del sector, y muchos no pueden o no van a poder afrontar los costes de esta rehabilitación. «Es un esfuerzo económico importante el que hay que realizar», explica Rivas. No obstante, hay una serie de ayudas para impulsar la rehabilitación de viviendas y edificios.
Estas subvenciones van destinadas a cubrir el 40% de la inversión general, pero con una serie de requisitos que varían en función de la región puesto que son las comunidades autónomas las que las conceden.
Como norma común, la administración pide la reforma del 70% de la superficie de los edificios de uso residencial de vivienda, y que la antigüedad de la vivienda tiene que ser preferentemente anterior a 1996, aunque variará dependiendo de la comunidad autónoma, pero las ayudas se centran sobre todo en las viviendas antiguas.
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