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Basta echar un vistazo a los datos del consumo televisivo para darse cuenta de que el streaming lo ha cambiado todo: las emisiones de los canales tradicionales registran mínimos, acostumbrados como estamos a ver películas o series a la carta, en el momento y lugar que estimemos más oportuno. Es habitual encontrarse a pasajeros de metro, tren o autobús enfrascados en las pantallas de sus teléfonos móviles o tablets, a la espera de ese giro de guión que les haga más llevadero el trayecto.
Como consecuencia de lo anterior, los televisores que presiden nuestros salones (y que antaño se mantenían encendidos durante buena parte de la jornada) acumulan más polvo que de costumbre. En muchos casos, su uso se limita a las sesiones de cine doméstico de los fines de semana, cuando las rutinas se pausan y uno puede abandonarse en el sofá.
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Hace mucho también que las televisiones sirven para algo más que ver las noticias o los últimos estrenos de ficción: con la llegada del 'Internet de las cosas', esto es, de los pequeños y grandes electrodomésticos conectados a la red de redes, las funciones de estos dispositivos se multiplicaron exponencialmente. Tal así que algunos usuarios desconocen todo lo que pueden hacer con su 'smart tv'.
Se habla mucho de la nube, pero poco de sus posibilidades. Una de ellas es la de jugar a videojuegos retransmitidos a nuestra pantalla como si fuesen una serie de Netflix más, pero sin necesidad de conectar una consola al televisor.
El 'cloud gaming' ya es una realidad gracias a plataformas como Xbox Game Pass, GeForce Now, Amazon Luna... Todas ellas cuentan con aplicaciones para smart tv, por lo que basta descargarlas y emparejar un mando por Bluetooth (en algunos casos podemos usar la pantalla táctil de nuestro teléfono) para empezar la partida sin instalaciones adicionales.
Los puertos USB de la mayoría de televisores actuales permiten conectar unidades de almacenamiento externo como 'pendrives' o discos duros para grabar cualquier programa en emisión y volver a verlo cuando queramos. Una vez conectado el dispositivo, lo más normal es que aparezcan en pantalla las instrucciones para hacerlo. También es habitual que los mandos a distancia incluyan un botón de grabación, con el que iniciar el proceso en cualquier momento.
Estos puertos USB también suministran energía suficiente como para cargar el teléfono móvil, una batería externa o cualquier pequeño gadget que se nos ocurra. En algunos casos también podemos usar el televisor a modo de adaptador de corriente, como con las pequeñas consolas de videojuegos 'retro' que se han puesto de moda de un tiempo a esta parte. Dicho de otra forma: nos ahorraremos un hueco en la regleta del salón.
Los últimos modelos de Samsung, LG y compañía cuentan además con una aplicación a modo de reproductor multimedia que nos permite ejecutar toda clase de archivos como si estuviésemos frente a un ordenador. Así, podemos convertir la pantalla del televisor en un marco de fotos digital o ver cualquier vídeos sin importar su formato.
Si observamos atentamente el manual o la caja de nuestra flamante televisión, lo más probable es que encontremos referencias a 'Chromecast' o 'AirPlay'. Dichas tecnologías permiten tanto duplicar la pantalla de nuestro teléfono como enviar vídeos o música al instante para disfrutarlos en pantalla grande, todo ello de forma inalámbrica.
Igualmente, numerosas aplicaciones móviles (Netflix, Spotify, YouTube) interactúan con sus versiones para televisores, de forma que sigamos viendo una película o escuchando una canción a más calidad con tan solo pulsar un icono.
Los asistentes virtuales también están integrándose en los circuitos de los televisores más punteros. Esto nos permite usar el micrófono de sus mandos a distancia para solicitar todo tipo de cosas: encender las luces del salón, bajar los estores, consultar la información meteorológica, subir el volumen e incluso cambiar de canal.
Para los modelos más antiguos se venden receptores de infrarrojos compatibles con el altavoz inteligente que ya tenemos por casa. Podemos programarlos para que Alexa les transmita determinadas órdenes ('pon la ETB', por ejemplo), las cuales son posteriormente enviadas al televisor como si de un comando del propio mando a distancia se tratase.
La llegada de la inteligencia artificial permite además que el televisor aprenda de nuestros usos y costumbres (si activamos dichas funciones a través del menú de ajustes). Por ejemplo, puede desplegar automáticamente los últimos resultados de nuestro equipo deportivo, recomendarnos determinados programas o recordarnos cuándo empieza uno que solamos ver todos los días a la misma hora.
Sí, los paneles más caros incorporan una cámara web para hacer videollamadas a través de aplicaciones específicas, pero también los hay compatibles con accesorios externos. Algo que resultó muy útil en plena pandemia: quienes trabajaron desde casa (pasándose el día de videoconferencias) evitaron así dejarse los ojos en la pequeña pantalla de su móvil o portátil.
Pero por supuesto, las funciones de cualquier smart tv son tantas como aplicaciones haya disponibles en sus respectivas tiendas: podemos convertirla así en nuestro entrenador personal, descubrir podcasts, navegar por Internet, consultar las redes sociales e incluso programarla para que nos despierte a una hora determinada. Lo dicho: menos ver la televisión, lo que queramos.
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