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Roncar no es lo peor de dormir con la boca abierta

Roncar no es lo peor de dormir con la boca abierta

Faringitis crónica, apnea del sueño... así nos afecta no respirar por la nariz durante la noche

Domingo, 2 de mayo 2021, 23:16

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La boca no está diseñada para respirar, aunque a veces ayude. De hecho, la respiración nasal es la natural por varios motivos: el vello y las mucosas de la nariz actúan de filtro y retienen las partículas de polvo para que no entren en el organismo, lo que previene infecciones; y los cornetes contribuyen a regular la humedad y la temperatura del aire, climatizándola antes de que entre en los pulmones, pues el aire muy frío puede ser perjudicial y provoca sequedad.

«Cuando se respira por la boca, ninguna de estas cosas se hace suficientemente bien y es común despertarse con la boca seca o pastosa, sentir un reflujo ácido en la nariz, mucosidad reseca, salivación en las comisuras, los labios agrietados, las fosas nasales taponadas o la voz ronca y carraspera», expresa Javier Puertas, vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño (SES).

Las causas son diversas, empezando por algo tan sencillo como una mala respiración nasal, que puede estar provocada por desviaciones de tabique, pólipos, exceso de mucosidad por una mala higiene, rinosinusitis alérgicas o infecciones de las vías altas de la nariz (resfriado).

En los niños, otra causa muy común es la hipertrofia adenoidea (aumento del tamaño de las adenoides, también llamadas 'vegetaciones'), una patología que reduce el espacio nasal por el que pasa el aire, provocando que se abra la boca al respirar. Este problema puede favorecer las alteraciones del crecimiento craneofacial, como el paladar ojival (estrecho) o la maloclusión dentaria (incorrecta alineación de los dientes). Así, es frecuente que estos menores sufran una obstrucción nasal persistente, ronquen, tengan voz nasal y rinorrea, sequedad en la boca y los labios agrietados.

El principal consejo de los expertos cuando se detecta la respiración bucal pasa por hacer una visita al otorrinolaringólogo para determinar el motivo por el que dormimos con la boca abierta y poder plantear un tratamiento. Por ejemplo, lavados nasales con solución salina, si se trata de un exceso de mucosidad; cirugía, si el problema son pólipos o una hipertrofia amigdalar; u ortodoncia, para el paladar ojival o las desviaciones dentales.

Dormir de lado

«No es que dormir con la boca abierta sea una circunstancia especialmente grave, pero sí puede tener algunas consecuencias negativas, pues facilita la faringitis crónica, los problemas de la voz, los ronquidos y la apnea del sueño (pausas respiratorias durante el sueño)», advierte Puertas. Estos dos últimos son especialmente acusados cuando, además, existe un problema de sobrepeso. «Cuando se duerme con la boca abierta, la mandíbula bascula hacia atrás y la lengua se desplaza hacia la faringe, estrechando la apertura de la garganta y obstruyendo el paso de aire, lo que fomenta el ronquido y la apnea del sueño. Si además hay mucha grasa en el cuello, como ocurre principalmente en los varones de mediana edad con sobrepeso, esta contribuye a estrechar aún más la garganta», explica el especialista.

Una investigación publicada en la revista Journal of Oral Rehabilitation también demostró en 2015 que los respiradores bucales son más propensos a sufrir caries, pues dormir con la boca abierta reseca la cavidad oral y reduce su cantidad de pH. Además, facilita la entrada de gérmenes, que pueden colonizar en las encías provocando problemas como la halitosis (mal aliento).

Si bien es cierto que dormir boca arriba es la postura más idónea «para equilibrar el peso del cuerpo y mantener los órganos internos alineados», según señalan en el Instituto Europeo del Sueño, es la menos recomendable para las personas que respiran por la boca, pero, ¿cómo podemos evitarla si estamos durmiendo?

Si dormimos con alguien al lado, lo más fácil es que nos avise chascando la lengua o nos dé un ligero empujón para que nos pongamos de lado. Sin embargo, no siempre existe esta posibilidad, y tampoco es la mejor opción, porque implica desvelar a otra persona. Podemos optar, entonces, por alternativas caseras para favorecer la postura lateral al dormir, como ponernos varias almohadas en la espalda para que hagan de tope cuando intentemos girarnos.

En opinión de Puertas, una buena higiene nasal también será nuestra aliada, incluso aunque no notemos la nariz obstruida, pues ayuda a limpiar el polen, el polvo y otros residuos de los conductos nasales que quedan retenidos durante el día, así como permite retirar el exceso de mucosidad y humedecer la zona, logrando una respiración más profunda que oxigena todo el cuerpo.

Cómo hacer un lavado nasal

Para realizar un lavado nasal puede adquirir una perita de goma o una lota nasal. «Hay quien usa una jeringuilla, pero esta es menos recomendable porque hidrata y limpia solo donde da el chorro, no toda la cavidad», expresa Puertas.

También puede comprar solución salina en la farmacia o preparar su propia solución casera con 240 ml de agua filtrada (o hervida y dejada enfriar), media cucharadita de sal sin yodo y otra media de bicarbonato de sodio.

Al aplicarla, aspire el líquido por las fosas nasales y expúlselo por la boca. «Solo así nos aseguramos de que la solución atraviesa toda la fosa nasal», dice Puertas. «No siempre es fácil, pero te acostumbras con la práctica». Para los niños, que colaboran menos, también existen esprays.

Al acabar, suénese la nariz suavemente para limpiar los restos de agua y mucosidad.

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