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La semana pasada se celebró en Pontevedra el funeral en memoria de las 21 víctimas mortales del pesquero gallego Villa de Pitanxo, entre las que se encuentra el grancanario Manuel Navarro. El acto estuvo presidido por los reyes de España, que llegaron una ... hora antes para reunirse con los familiares. Una ocasión muy esperada para seguir reivindicando la búsqueda de los náufragos que no han podido recibir sepultura. En el encuentro celebrado en el colegio Inmaculada Concepción, Felipe VI y Letizia arroparon a las familias que reclamaron que la búsqueda no quede en el olvido.
Allí no estuvieron los padres del grancanario Manuel Navarro, uno de los desaparecidos cuyo cuerpo no ha podido ser rescatado de la zona del naufragio. «No pudimos ir, estamos muy afectados. Es muy lejos, hace mucho frío y además con el problema del virus decidimos no ir», afirma Carmen Rodríguez, la madre de Manuel. La situación de la búsqueda de su hijo sigue sin avances, «a ver si mejora el mar y pueden mandar un robot». Ella se resigna y lamenta que «si el desaparecido es el hijo de un ministro ya hubieran movido el cielo y la tierra, pero estos son hijos de pobres».
A pesar del tremendo dolor y la incertidumbre, la familia de Navarro no piensa rendirse. «Vamos a seguir luchando hasta el final. El capitán debe pagar lo que hizo, no nos creemos la versión que está dando de los hechos«, apunta Carmen.
El patrón del Villa de Pitanxo, según el testimonio de Samuel Kwesi, uno de los tres superviventes de la tragedia, no atendió las advertencias que desde el parque de pesca le hacían los marineros para que soltase la red. Una circunstancia que podría haber permitido corregir la escora y, en última instancia, evitado el naufragio que acabó con la vida de 21 personas, de las que 12 todavía permanecen desaparecidas aunque el juzgado de Vigo las ha dado ya como muertas.
Esta secuencia es la que habría declarado Samuel Kwesi a la Guardia Civil. Según publicó La Voz de Galicia, el marinero ghanés habría narrado que el problema surgió durante la maniobra de recogida del aparejo, en medio de una gran borrasca. El pesquero, tras un golpe de mar, comenzó a escorarse a babor. La tripulación, entonces, habría solicitado al patrón, Juan Padín, que soltase la red para que la embarcación recuperase la estabilidad, pero no lo hizo. Entonces el agua anegó varios compartimentos con rapidez, el motor se paró «de forma súbita» y el barco acabó hundiéndose por la popa.
El patrón tampoco habría dado la orden de abandonar la embarcación ni la de colocarse los trajes de supervivencia. De hecho, él y su sobrino eran los únicos tripulantes que tenían vestida esa prenda. También ha trascendido que la balsa salvavidas de la que fueron rescatados los tres supervivientes y cuatro cadáveres estaba agujereada y alguno de los cuerpos rescatados del agua se escurrió por ese orificio.
En una entrevista concedida al diario Faro de Vigo, Juan Padín, el patrón del Villa de Pitanxo, contó por primera vez su versión de los hechos de manera pública, después de ser salpicado con acusaciones de mentir sobre lo sucedido. «Hicimos todo lo que pudimos». Padín podría ser acusado de negligencia, entre otras cosas, por no soltar los aparejos: el peso de la captura podría haber hecho que el Villa de Pitanxo se inclinara tanto que provocara el hundimiento. Ahora el patrón dice que nada pudo hacer al respecto: «El aparejo nunca viene lleno, eso para empezar», pero con la maquinaria parada de manera repentina, según los hechos que él relata, «aunque quisiera soltar el aparejo e izar cable, por decirlo así, tampoco podía porque se necesita energía». Tampoco hay un sistema de emergencia para evitar esas situaciones, explicó al citado medio.
Recuerda Padín aquel 15 de febrero como un día más en Terranova. El tiempo era malo, pero nada inusual en esas aguas: «Hubo días de la marea anteriores en los que las condiciones eran mucho peores», asegura. «Ese día era uno más», con frío, olas y mal tiempo, pero había que «estar ahí, trabajando». De repente, se para el motor, y a día de hoy no le encuentra ninguna explicación. «No tengo contestación» a por qué falló la maquinaria, pero la cuestión es que dejó de funcionar en medio de una maniobra de virada. «Les dije que pusieran el auxiliar (...), pero no me dan respuesta desde la máquina, y al ver que el agua está entrando constantemente por la popa y el barco empieza a coger una escora, ahí es cuando decido abandonar el buque», relató.
Da la orden, y «la gente ya sube con los trajes al puente, algunos se los estaban colocando y ya empezamos el abandono en sí». Todo pasó muy rápido, recuerda, pero su memoria es precisa. Algo así de traumático no se olvida con facilidad: «En mis manos se mueren seis personas».
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