La asesina e intenta explosionar su casa
Ángel, de 64 años, mató presuntamente a su mujer, María Soledad, y luego intentó reventar ayer su hogar ubicado en la calle Felicidad, en el barrio de La Matula de la capital grancanaria. Antes de la deflagración, cambió de ropa a su mujer
Carlos S. Beltrán / Las Palmas de Gran Canaria
Los vecinos que tiraron abajo la puerta de acceso a la vivienda familiar de Ángel y María Soledad, conocida por todos como Marisa, tras oír una intensa deflagración en la mañana de ayer, en la calle Felicidad, en el barrio de La Matula, en Las Palmas de Gran Canaria, ya sospecharon que algo no cuadraba con lo que había parecido un escape accidental de gas y que les sobresaltó poco después de las de la diez de la mañana de ayer.
Fueron ellos los primeros en actuar y en apagar las llamas que había en varias habitaciones de la vivienda, tras sacar al matrimonio del interior de la casa en la que llevaban décadas viviendo. Incluso un vecino se acercó con una manguera para apagar el fuego. A pesar de la intensa deflagración que oyeron, no había signos visuales de que hubiese ocurrido una explosión de gas. «Era algo raro. No había señales de una explosión», afirmó uno de ellos. Aún así, prefirieron guardar silencio ante la llegada de las cámaras de televisión y de los medios.
Tras la llamada de alerta e los vecinos al Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes) 1-1-2 del Gobierno de Canarias, este envió al lugar a Bomberos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de la capital grancanaria, junto a agentes de la Policía Local y del Cuerpo Nacional de Policía y dos ambulancias del Servicio de Urgencias Canario, una medicalizada y otra de soporte vital básico. El personal sanitario no pudo hacer nada por la vida de la mujer y, tras prestar una primera asistencia a su marido, procedieron a su evacuación en estado grave, con más del 50% del cuerpo quemado, al Hospital Universitario Insular de Gran Canaria. A última hora de ayer iba a ser evacuado en un helicóptero a la Unidad de Quemados del Virgen del Rocío de Sevilla.
Los bomberos ventilaron la vivienda, comprobaron que esta no presentaba daños estructurales y abandonaron el lugar. En ese momento llegaban a la zona agentes de la Policía Científica y de la Policía Judicial ante la sospechas de que la deflagración no había sido accidental y que escondía una muerte violenta.
Los agentes se emplearon a fondo en la toma de muestras y pruebas del interior de la vivienda, que abandonaron varias horas después del suceso ante las muestras de dolor de vecinos y familiares de la mujer. Fuentes cercanas a las pesquisas confirmaron ayer que el cuerpo de Marisa, madre de tres hijos, dos de ellos menores, y abuela de dos, presentaba al menos una herida de arma blanca que habría sido asestada presuntamente por su marido, antes de que este intentase explotar la vivienda. No está claro si con la deflagración quería ocultar el crimen o también pretendía quitarse la vida.
La mujer estaba vestida con un pijama «limpio e impecable» sin rastro de sangre ni de heridas de arma blanca, lo que hace pensar que su marido la habría cambiado antes de la deflagración de gas. Un dato que subrayaron ayer varias fuentes. Tras el levantamiento del cadáver de la vecina de La Matula, este fue trasladado al Instituto Anatómico Forense de Las Palmas, donde se le realizará la oportuna autopsia que determine las causas exactas del fallecimiento y apunten si Marisa falleció tras ser apuñalada presuntamente por su marido, como señalan los primeros indicios.
Al lugar, acudieron el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Las Palmas de Gran Canaria, Florencio Barrera, en funciones de guardia, además del magistrado Luis Ocaña, del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer número 1, y la fiscal delegada María Luisa Ordóñez, según apuntaron fuentes cercanas a las pesquisas.
A última hora de la tarde de ayer fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) confirmaban que el juzgado en funciones de guardia se inhibirá en los próximos días a favor del uno de los dos juzgados especializados en violencia de género, probablemente el número 1. Además, añadieron que no existían denuncias previas por malos tratos.