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Reconocer y cuidar al familiar con Alzheimer

Ibón S. Rosales

Lunes, 27 de noviembre 2017, 12:02

El alzhéimer no tiene cura. Una vez detectado, su progresión es inevitable y los fármacos llegan siempre tarde. Por eso la medicina trabaja de forma incansable para prevenir esta enfermedad. Manuel Martín, psiquiatra, experto en demencias, que visitó esta semana Gran Canaria en un proyecto de la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), enumera los síntomas de riesgo para que, familiares y cuidadores, sepan a qué enfrentarse cuando un ser querido comienza a descender por la difícil senda del alzhéimer.

«Ver que tu familiar va perdiendo su identidad es muy duro y con mucha frecuencia las personas con demencia desarrollan trastornos», arranca en su explicación Manuel Martín, que se puso al frente del primer centro de día para personas con alzhéimer de Navarra en 1989. «La persona con demencia puede desarrollar agresividad, ideas delirantes, conductas de excesiva demanda de atención...», argumenta el experto en Demencia, que pone el acento y el trabajo en el papel del cuidador, la mayor parte de las veces un propio miembro de la familia, que es quien «da la seguridad a la persona con demencia». El psiquiatra habla del fenómeno de la sobrecarga, que sufre la persona que cuida al dependiente: «Muchos familiares me dicen; ‘No me deja ni para ir al baño’». Cualquier persona que se ve sometida a una situación que le sobrepasa puede desarrollar sintomatología ligada a la ansiedad o la depresión; por ello, Martín imparte el programa Educa Dem, un curso de intervención psicosocial para familiares de personas con alzhéimer.

Pero antes de ahondar en cómo afecta al ser la carga emocional y física que implica cuidar a una persona dependiente, Martín desarrolla cuáles son los principales síntomas para detectar o anticiparse, dentro de lo posible, a la enfermedad. Del tipo cognitivo, la afección de la memoria es clave, también la afectación de la organización de la vida mental. «Si no nos acordamos del nombre de una cosa, no pasa nada, porque sabemos que se nos ha olvidado, lo buscamos y ya está», matiza el doctor, que ve peligroso que la persona no reconozca en sí misma ese déficit: «Por ejemplo, mientras está cocinando, no recuerda el siguiente paso y lo omite». Otra señal del tipo funcional sería el rendimiento. «Cuando la persona empieza a no rendir bien, a perder el control de las funciones más sofisticadas y tiene, por ejemplo, problemas en temas financieros para organizarse», apostilla Martín.

«Otros síntomas precoces más sutiles serían los cambios de personalidad: es frecuente la apatía, la pérdida de iniciativa, ver que la persona poco a poco ha ido perdiendo ilusiones y no tienen ganas de hacer nada, se muestran indiferentes», argumenta el psiquiatra, que considera estos signos de alerta, sobre todo si la persona nunca ha tenido problemas psiquiátricos y se encuentra en edad de riesgo, que es a partir de los 65 años. En la salud de la persona con alzhéimer también influye cómo sea tratada. «Pensamos que la sobrecarga de los cuidadores es muy relevante, tanto para la calidad de vida del cuidador como de la persona afectada. Depende de cómo se hagan los cuidados y muchos desarrollan esta sobrecarga porque necesitan una formación», detalla el experto, que explica el programa Educa Dem. «Son en torno a 9 o 12 sesiones, individuales o grupales, en las cuales se va proporcionando al cuidador las herramientas necesarias. Por una parte se le da información sobre la enfermedad y sobre cómo manejar situaciones difíciles como la persona que se fuga, la que está triste, la que tiene delirios. Y también cómo puede cuidarse a sí mismo, porque eso también se aprende», destaca. «Muchos cuidadores no valoran su situación, están tan volcados en los cuidados que no se dan cuenta de que también necesitan atención», alerta. «Es organizarse, ver qué recursos tienen, si hay otros familiares que se pueden implicar, buscar ayudas fuera y las ayudas sociales, que también las hay», aclara. Este trabajo, publicado en revistas internacionales, demuestra que «realmente se mejora la situación y disminuye la sobrecarga y sus síntomas ansiosos y depresivos».

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