700 páginas para combatir los peligrosos bulos sobre la covid
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El canario Christian Pérez publica en unos días 'Una pandemia de desinformación', donde analiza los embustes divulgados por negacionistas y antivacunasNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
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El compendio de barbaridades divulgadas sobre la covid y las vacunas es amplio. Tanto que ha sido el material que ha nutrido a Christian Pérez, un divulgador científico canario que en unos días publicará su primer libro 'Una pandemia de desinformación' donde analiza en 757 páginas el alcance de los bulos sobre la crisis sanitaria.
Uno de los más disparatados y extendidos es que un microchip con tecnología bluetooth controla a los vacunados. También se cuenta que los días de estos transhumanos están contados. «Decían que la vacuna era súper peligrosa, que a los tres meses después de la inoculación todos los vacunados fallecerían. Luego dijeron que pasados seis meses, después que un año... Desgraciadamente algún día todos falleceremos, pero no por la vacuna. Ahora, los antivacunas achacan todas las muertes, incluso las causadas por accidentes, a las vacunas. Para ellos, el exceso de mortalidad de julio se debe a la vacuna, no a la ola de calor, ni a la saturación sanitaria, ni al descontrol de los pacientes crónicos, ni al bajo nivel de diagnóstico de enfermedades como el cáncer, ni a que la covid sigue causando el fallecimiento de cientos de personas en España», explica Pérez.
Remedios anticovid como el alcohol concentrado o la orina de camello y 'desvacunarse' tomando vitaminas y caminando descalzos por la tierra son algunos de los disparates que han circulado y que recoge en su libro. «Se estimó que, solo en los tres primeros meses de la pandemia, 5.000 personas fueron hospitalizadas y 800 murieron a consecuencia de estos mensajes», apunta.
Sin embargo, se embarcó en este ensayo por razones muy personales. «El riesgo de la desinformación me tocó de cerca. Un familiar muy cercano, en este caso mi madre, se trasplantó de los dos pulmones hace tres años. Cuando estalló la pandemia, estaba aún en Madrid recuperándose y, justo antes de que llegaran las vacunas, un familiar le vino con mensajes de redes sociales que infundían temor en las vacunas e intentó convencer a mi madre de que no se vacunara», relata Pérez, que colabora con sus artículos de divulgativos en las revistas 'Muy interesante', 'Ser padres' y 'Mía'. Consiguió demostrar a sus parientes que aquellas informaciones eran falsas y le salió bien. Ambos se vacunaron.
Desde entonces, combate la desinformación chequeando la veracidad de las revelaciones sobre la pandemia y difundiendo sus conclusiones a través de Twitter.
«Una acusación muy habitual que me hacen es que estoy subvencionado por la industria farmacéutica. No he cobrado ni un euro por verificar publicaciones y hechos. Lo único que pierdo es tiempo», asegura Pérez que recuerda que tardó tres días en analizar las afirmaciones realizadas en 45 minutos por el médico Joan-Ramón Laporte en su comparecencia en el Congreso de los Diputados.
En esta batalla diaria por desarticular el poder de las falsedades, Pérez tiene aliados que no han dudado en participar en su libro como el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García Rojas, quien lo prologa; el investigador sobre coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Alejandro Pascual, autor del prefacio, y el internista en el Hospital Universitario de Salamanca, Miguel Marcos, que firma el epílogo.
«El problema de la pandemia de desinformación se hace evidente cuando te encuentras a expertos reales intentando debatir con usuarios anónimos en las redes que ponen en duda sus titulaciones, e incluso a investigadores internacionales refutando malinterpretaciones de sus propios estudios», comenta el autor que no ha querido esperar a encontrar una editorial para lanzar su primer libro, una autoedición que verá a la luz el 3 de septiembre en formato digital y en librerías bajo demanda.
«Ya está en preventa y la respuesta ha sido bastante buena», asegura. De hecho, su volumen es el quinto más demandado entre las novedades de sociología y cultura de Amazon.
«No lo he escrito para hacerme rico. Este tipo de ensayo no tiene la misma respuesta que uno que se basara en difundir desinformación», lamenta el autor que sostiene que las informaciones falsas tienden a difundirse más rápidamente que las reales y, gracias al sesgo de confirmación -es decir, la tendencia a buscar mensajes que respalden las creencias propias-, se maximiza su alcance. «Estoy seguro de que el libro no será rentable pese al esfuerzo invertido», confiesa.
De hecho, su lucha para desmontar los bulos le ha costado malos ratos. «He recibido amenazas, injurias y sobre todo acoso selectivo en redes. Me han tachado de asesino y genocida», explica sobre una persecución que se ha agudizado hace unos días tras contar la historia de una doctora provacunas de Austria que sufrió un acoso desmedido y acabó suicidándose.
«Mi hilo fue entendido como una forma de fomentar el odio hacia los antivacunas. Una locura», señala Pérez que ve en la desinformación el origen de esta agresividad. «Uno de los peores ejemplos lo ha sufrido Amós García, que ha sido coaccionado físicamente», comenta el divulgador que se cuestiona si presentar o no el libro en un acto público. «No sabes quién se va a presentar. En las últimas semanas están muy crispados, quizá porque todo lo que predijeron no se ha cumplido», dice.
Además, lanzar mensajes que induzcan a la ciudadanía a poner en peligro su salud sale gratis y solo son punibles los delitos por amenazas e injurias.
No obstante, estos días se está estudiando la posibilidad de llevar a los tribunales al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por dar pábulo a la eficacia contra la covid de la hidroxicloroquina y ivermectina, tratamientos que se demostraron inútiles contra la enfermedad y lesivos para la salud. «En Brasil a los sospechosos de covid se les daba un kit que contenía estos medicamentos para que los pacientes se autotrataran. Cuando se supo que no ayudaban, tanto Bolsonaro como el Ministerio de Salud siguieron apostando por estos tratamientos. En contraposición, el Ministerio rechazó hasta once veces la compra de vacunas. La intención era obtener la inmunidad de rebaño por contagio, con independencia de quienes pudieran fallecer», sostiene.
Pero, más allá de este caso extremo de intoxicación informativa, Pérez recuerda que «la desinformación es un problema de todos. No hay que reenviar un mensaje sin averiguar primero si eso es cierto».
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