Canarias mantiene a raya la tuberculosis bovina con un exitoso programa de control
El archipiélago, que aplica de forma estricta la normativa de la UE, fue la primera comunidad declarada libre de esta enfermedad en 2017
Las estrictas medidas fijadas por la Unión Europea (UE) para el control y seguimiento de la tuberculosis bovina que han sublevado a los ganaderos de Castilla y León son las que viene aplicando de forma rigurosa la Dirección General de Ganadería del Gobierno de Canarias logrando que la región sea una zona libre de esta enfermedad animal transmisible al ser humano.
De hecho, el archipiélago fue la primera comunidad española declarada libre de la tuberculosis bovina por la Unión Europea en 2017, seis años después de la del último brote registrado en las islas.
También Galicia, Asturias y País Vasco están consideradas comunidades libres de tuberculosis, y Murcia y Cataluña están en vías de lograr esta declaración.
«De las enfermedades animales transmisibles que afectan al ganado la más difícil de erradicar es la tuberculosis bovina», explica Pedro Pelaéz, jefe del Servicio de Sanidad Animal y Laboratorio de la Dirección General de Ganadería del Gobierno regional.
«Hay comunidades donde la alta prevalencia de la tuberculosis se ha convertido en un problema social y eso ha sido aprovechado desde el ámbito político», comenta Peláez sobre la crispación que ha causado entre los ganaderos de Castilla y León el cumplimiento de las medidas para evitar la propagación de la enfermedad fijadas por la UE, que el Gobierno castellanoleonés ha intentado saltarse sin éxito.
Noticia Relacionada
Vacas y ganaderos como espoleta política
En Canarias, el programa de control y seguimiento de la tuberculosis bovina se lleva a rajatabla para impedir que la enfermedad se instale en las granjas isleñas.
Solo el año pasado, Sanidad Animal investigó la presencia de la tuberculosis bovina en 584 explotaciones ganaderas de todo el archipiélago analizando un total de 18.010 ejemplares bovinos, además de 4.294 cabras que convivían con el ganado vacuno estudiado, precisa Peláez.
«Nuestro sistema de control consiste en la realización periódica de análisis para minimizar el riesgo detectando cualquier animal sospechoso que ingrese en nuestro territorio desde otra comunidad autónoma», señala Peláez.
Para ello se estudia anualmente y de forma alterna la mitad de las explotaciones ganaderas y, además, se realiza un control a los animales importados.
De esta tarea se encargan 20 veterinarios que visitan las explotaciones de todo el archipiélago para desarrollar diferentes programas. Ellos toman las muestras biológicas para realizar analíticas en el laboratorio de Sanidad Animal situado en La Laguna. «Es una labor titánica pero silente y necesaria», dice Peláez.
Triple análisis en los sospechosos
Cuando se detecta un caso sospechoso de padecer la enfermedad -un no negativo- se sacrifica. Además, el Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (IUSA) interviene con un análisis anatomopatológico del animal, que se contrasta con un estudio microbiológico en el Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (Visavet) de la Universidad Complutense, explica el director del IUSA, Antonio Fernández.
El éxito canario de este programa para frenar una de las zoonosis más conflictivas reside en el menor tamaño de la cabaña ganadera canaria respecto a la de otras comunidades, la aplicación estricta de los protocolos y el obligado control en origen de los ejemplares importados que llegan a las islas libres de enfermedades, explica Fernández.