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El autor confeso del crimen de Romina Celeste en Año Nuevo de 2019, Raúl Díaz, le dijo al sargento de la Guardia Civil encargado de la investigación que «estaba con ella y se casó para follársela gratis», relató al jurado popular. El agente, que fue felicitado por las acusaciones -«su labor y desempeño ha sido eficaz y excelente», dijeron-, añadió que al poner en conocimiento de las autoridades la presunta desaparición de la víctima, mostraba indiferencia: «Nos dijo que le daba igual donde estaba ella, que presentó la denuncia solo por la insistencia de la familia de Romina», detalló.
En la segunda sesión del juicio, los guardias civiles detectaron desde el primer momento «numerosas incongruencias» en el relato que les ofreció Díaz. Incluso, llegó a enviar mensajes desde el móvil de su esposa a sus amigos y a hacer compras de ropa por internet para hacer creer que había desaparecido voluntariamente.
Detallaron que, tras la llamada que le interceptaron en la que confesó a un amigo agente de policía que se había deshecho de su cuerpo, lo detuvieron y ahí comenzaron a descubrir pruebas evidentes de que mintió al denunciar su desaparición ya que la había asesinado.
Hallaron rastros de sangre en forma de arrastre en las juntas de la ducha, en un edredón y también en forma de proyecciones en el cuarto de la lavadora, un lugar donde pudo haber desmembrado el cuerpo antes de quemarlo.
También localizaron una uña de Romina con restos de piel del acusado que evidenciaba que se había defendido, así como una lentilla y una pestaña postiza que les hizo creer que la golpeó con fiereza. Una tesis que sustentaron después de que una testigo les contara que vio a Raúl en el prostíbulo donde trabajaba la víctima días después del crimen con marcas de arañazos en su cuerpo.
Los agentes fueron felicitados por su «excelente labor».
Juan Carlos Alonso
También contaron que la forma en la que dijo haber quemado el cuerpo para luego desprenderse de él era «incoherente» y que nunca tiró sus restos a Los hervideros como señaló con una equis en un mapa durante la reconstrucción de los hechos: «Los buzos del GEAS lo peinaron todo y era imposible que arrojase nada en esa zona», aseveró.
El por aquel entonces jefe de homicidios de la Guardia Civil destacó la «teatralidad» de Raúl Díaz durante la reconstrucción e incluso comentó que tenía la sensación de que «parecía que estaba encantado de estar allí».
Sin una mínima señal de duelo
Por su parte, los forenses que reconocieron al acusado afirmaron sin ambages que Raúl Díaz no mostró «ni la más mínima señal de duelo», que los hechos los cometió «siendo perfectamente consciente» de ello, que no padecía «trastornos de personalidad relevantes» y que no había «vivido en primera persona lo que nos contó que pasó con Romina», declararon.
También fueron contundentes a la hora de concretar que era «imposible» haber carbonizado un cuerpo con la barbacoa que utilizó. «Ese aparato no podía superar los 350 grados, lo que impide, por ejemplo, que hubiese podido desaparecer cualquier tipo de materia ósea como el cráneo o la dentadura», describieron.
«Él dijo que el cráneo no estaba y que toda la acción del desmembramiento la realizó solo con las manos y las planchas de la barbacoa, pero es imposible partir y separar todo, huesos y órganos, de esta forma», explicaron. «Con esas temperaturas es imposible que los huesos hubiesen perdido resistencia a la fractura. Tuvo que utilizar herramientas mecánicas para vencer la resistencia de los huesos», aseguraron los forenses.
La tenía «anulada»
Por último, los dos amigos de la pareja que presenciaron como Raúl Díaz pedía «perdón de rodillas» a Romina tras propinarle una paliza días antes de matarla, detallaron que él les había «engañado, nos mintió a todos».
Declararon que Raúl Díaz era una persona «celosa» que «la controlaba, la agredía y anulaba en todos los sentidos» y que tras matarla, se vio con ellos para, a pesar de todo, hablarles «mal de ella diciéndonos que se había marchado a putear» y que le «había robado dinero».
Era tal su obsesión por la víctima, que el testigo expuso que «ella estuvo 21 días trabajando en el prostíbulo y Raúl no salió todo ese tiempo del local. Con el nivel de consumo de droga que tenían, la relación era tóxica, aunque imagino que habría algo de amor».
El juicio se reanudará este martes con los informes de las partes y la redacción del objeto para que haya un veredicto.
Raúl Díaz, a la derecha, acompañado por su abogado. A la izquierda, compatriotas de Romina le increparon.
No irá a prisión hasta que se decrete la firmeza de la sentencia
A pesar de que Raúl Díaz ha confesado el crimen y habrá un veredicto de culpabilidad, no será detenido y enviado a prisión hasta que haya sentencia y la misma sea firme puesto que, hay que recordar, ya cumplió el plazo máximo de prisión preventiva establecido en cuatro años. En otros procedimientos con reconocimiento de hechos, el magistrado podría ordenar la detención inmediata del acusado en el mismo acto del juicio, pero en esta ocasión no será así. El magistrado José Luis Goizueta, en un escenario de consenso entre las partes, deberá dictar sentencia condenatoria y, en el supuesto de que todos anuncien su voluntad de no recurrir, podrá decretar la firmeza de la misma de forma inmediata después de que le notifiquen el fallo al acusado. Tras ese trámite, el juez abrirá la ejecutoria, acordará la liquidación del tiempo que Díaz ha estado como preso preventivo y se le dará un plazo no mayor de diez días para que ingrese en prisión. RaúlDíaz ha pedido ingresar en un centro penitenciario de la península.
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