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«Los golpes fueron monstruosos»

«Los golpes fueron monstruosos»

Los médicos forenses relatan la crueldad con la que la acusada de matar a su hijastro le propinó una paliza durante 40 minutos: «Nadie de nosotros había visto nunca en el cuerpo de una víctima unas lesiones tan brutales», declararon en el juicio.

Jueves, 1 de enero 1970

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Si el relato que ofreció Na Li –la acusada de asesinar a su hijastro–, el miércoles fue estremecedor, el que ofrecieron este jueves los médicos forenses acerca de las lesiones producidas al menor no se quedó atrás. Relataron al detalle unos «golpes que fueron monstruosos», refiriéndose a la paliza que asestó la mujer a un menor de 9 años con sus manos y utilizando un palo de madera con un clavo en su punta. También se refirieron a la actitud del padre, de quien dijeron que era «imposible que no se hubiese dado cuenta del maltrato».

«Nadie de nosotros había visto nunca en el cuerpo de una víctima unas lesiones tan brutales y que revelan el ánimo de la agresora de hacer daño al niño», manifestaron los forenses Javier Tapia, Ana Sofía Hernández, María Soledad Heredia y Diana García, que comparecieron este jueves ante el jurado.

Los especialistas detallaron como el «pequeño tenía golpes y hematomas por todo el cuerpo y también marcas de agarre como que la agresora impidió que se moviera, además de cicatrices de quemaduras antiguas compatibles con las que se hacen con un cigarrillo. Nos sorprendió ver como tenía golpes absolutamente por todos los lados y también en la mano al intentar defenderse del palo. Es difícil que se produzca una muerte por este tipo de lesiones pero al haber sido muy repetidas y durante largo un tiempo, pues provocó que el niño muriese de un shock hipovolémico», explicaron los especialistas del Instituto de Medicina Legal.

En la vista de este jueves estuvo presente la madre biológica del menor asesinado, quien no pudo contener las lágrimas durante la declaración de los profesores.
En la vista de este jueves estuvo presente la madre biológica del menor asesinado, quien no pudo contener las lágrimas durante la declaración de los profesores.

También se refirieron de manera explícita a las «lesiones antiguas» que detectaron en el cuerpo de fallecido: «No tenemos ninguna duda de que se produjo un maltrato habitual en el menor ya que observamos hematomas anteriores, callos óseos fruto de fracturas ya curadas y quemaduras como si fuesen de cigarrillos. Se le hizo un TAC que determinó que, sin ninguna duda, el menor había sido objeto de agresiones en periodos anteriores a su muerte», determinaron los forenses.

En lo que respecta al padre, tampoco tuvieron duda a la hora de determinar que era «imposible» que no hubiese detectado el maltrato infringido a su hijo: «El padre tuvo que ver que el niño tenía lesiones e incluso ella nos dijo que él le insistía en que le pegara si se portaba mal», declararon.

En sus cabales

Con respecto al examen psiquiátrico de la acusada, los forenses relataron al jurado que la agresora «no sufrió un episodio de trastorno mental transitorio ya que no encontramos una mera de su capacidad de entender y controlar sus impulsos y, además, propinó un maltrato crónico continuado en el tiempo al menor. No cambiaron las palizas, sino la intensidad y el tiempo que dedicaba a ellas», narraron en la sala. A pesar de estos datos, la defensa de Na Li insistió en que podía haber sido un arrebato de ira que no pudo controlar, a lo que los forenses respondieron diciendo que «no tenía empatía por el menos y decía que la víctima era ella. Su pena no era por el niño, sino por ella. Un ataque de ira no es un trastorno mental transitorio».

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