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Raquel Orantes, hija de Ana Orantes, quemada viva por su exmarido.
La hija de Ana Orantes pide a los jueces que no se lleven por ideologías

La hija de Ana Orantes pide a los jueces que no se lleven por ideologías

La muerte de su madre, quemada viva en 1997 tras relatar en la tele 40 años de maltrato, fue el detonante de la primera ley integral contra la violencia de género

BELÉN ORTIZ (EFE)

Granada.

Jueves, 24 de noviembre 2022, 23:43

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A punto de cumplirse 25 años del asesinato de su madre, Ana Orantes, que fue quemada viva por su exmarido tras hacer público en televisión cuatro décadas de maltrato, Raquel Orantes percibe una vuelta atrás y un recorte de derechos pese a los logros alcanzados, y llama a los jueces a aplicar la ley sin dejarse llevar por «cuestiones ideológicas».

En una entrevista con Efe, la hija de esta mujer, cuyo asesinato en 1997 fue el detonante para la aprobación, ocho años después, de la primera ley integral contra la violencia de género, cree que aunque este crimen marcó «un antes y un después» y supuso un importante avance en la materia, el hecho de que desde entonces haya habido un millar de víctimas más en España evidencia que «algo sigue fallando».

«No podemos permitir como sociedad que esas mujeres, una vez que se separan con una orden de alejamiento, sean asesinadas (...) Los jueces no pueden cargar sobre sus conciencias con más muertes», señala Raquel Orantes, cuya infancia y la de sus hermanos estuvo marcada por la violencia ejercida por su padre y el calvario sufrido por su madre hasta el punto de que no ha sido hasta hoy, con 46 años, cuando ha empezado «a vivir y a disfrutar».

Con la figura de su madre «más viva que nunca», Raquel Orantes cree que, pese a la ley, el sistema sigue dejando desprotegidas a las víctimas. Entiende que los jueces deben interpretar la ley sin dejarse llevar por «cuestiones ideológicas o religiosas» y advierte de que «estamos inmersos en una vuelta atrás» porque hay quien niega la violencia hacia la mujer «por el mero hecho de serlo», después de todos los años que, dice, ha costado llegar a este punto.

Hay que avanzar mucho más, sostiene, porque todavía se sigue cuestionando a las mujeres por «aguantar» sin que se tengan en cuenta sus circunstancias, y a los hijos de las víctimas «por no haberlas sacado de ese entorno», algo por lo que, asegura, también han sido cuestionados ella y sus hermanos.

Sobre la rebaja de condenas que está conllevando la aplicación de la ley del solo sí es sí, Raquel Orantes dice sentirse «indignada» y con ganas de echarse «a la calle y volver a gritar».

Cree que es una cuestión de «interpretación de leyes», apela por «escuchar a las víctimas» y entiende que los jueces deberían hacer justo lo contrario de lo que está ocurriendo: Endurecer las penas y procurar su cumplimiento íntegro, e incluso aplicar la prisión permanente revisable en los casos de asesinato a mujeres porque, en su opinión, «los maltratadores y violadores no son insertables» socialmente, dado que son «asesinos y violadores ideológicos».

Convencida de que la «valentía» de su madre al hacer público su testimonio ha servido con el paso de los años para aumentar las denuncias contra el maltrato por parte de las víctimas y de su entorno, Raquel Orantes está segura de que la base de todo radica en la educación en valores, la igualdad y la libertad.

El caso de Ana Orantes fue el detonante para la reforma del Código Penal en materia de violencia machista y la aprobación, ocho años después, de la primera ley integral contra la violencia de género. La atrocidad de este crimen marcó un antes y un después en España, removió la conciencia social y política de este país sobre el problema del maltrato y allanó el camino para la puesta en marcha de una serie de reformas legislativas, judiciales y asistenciales que fueron acometidas por gobiernos sucesivos.

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