«Ferrándiz es un peligro. Volverá a atacar», dice el hermano de una de sus víctimas
El familiar de la quinta chica a la que mató no cree en la reinserción del condenado por cinco asesinatos de mujeres que hoy vive en Gipuzkoa
A. de las Heras y J. Martínez
San Sebastián | Valencia
Martes, 28 de octubre 2025, 08:23
Si hay alguien a quien le afecta saber que Joaquín Ferrándiz anda suelto, ese es Jaime, hermano de Amelia Sandra García (para él, 'Meli'), su ... quinta y última víctima mortal. La mató en la madrugada del 13 de septiembre de 1996. La joven, de 21 años, conoció a 'Ximo' en una discoteca de un polígono industrial de Castellón, y después desapareció. Al cabo de cinco meses de su extraña ausencia, su cuerpo sin vida y con claros signos de violencia fue encontrado en una balsa en el pueblo de Onda, a 20 kilómetros de la capital.
Jaime no cree en la reinserción de Ferrándiz y advierte de que «es un peligro para la sociedad». «No va a parar de matar y de hacer daño a mujeres. Volverá a atacar», anuncia. Desde Castellón, donde sigue viviendo, muestra su «indignación» y «vergüenza» por el hecho de que «la Justicia no haya hecho seguimiento de este hombre. Alguien así no puede andar suelto. Espero que la Ertzaintza tenga un control sobre él». Pronuncia estas palabras tras publicar este periódico que vive en Gipuzkoa desde que salió de prisión.
En septiembre de 2023 comenzó a residir en un caserío del barrio de Ventas de Irun y, en la actualidad, en Andoain. A sus 60 años, trabaja para una empresa de alimentación e intenta mantener el anonimato. La Ertzaintza ha extremado la vigilancia sobre este asesino en serie, que cumplió 25 de los 69 años de prisión a los que había sido condenado. Nunca llegó a seguir un tratamiento de reeducación para los asesinos seriales de los que ofrece el Ministerio de Interior en la cárcel.
Tras el crimen, la familia de Amelia Sandra García se rompió. Sus padres y hermano pequeño cayeron en una profunda depresión. La madre murió por un atragantamiento tras varios intentos de suicidio y el padre, de cirrosis. El pequeño de la familia, Jaime, que entonces era adolescente, tenía 17 años, se refugió en las drogas. Tras desintoxicarse, hoy sigue sufriendo pesadillas por la pérdida traumática de su hermana.
Ferrándiz ha sido identificado por última vez por la Policía autonómica vasca al volante de su 'Toyota' de color gris el pasado miércoles, día 22, en un control en la N-634, a su paso por Usurbil. Pesa sobre él una orden de alejamiento sobre una mujer, que le denunció por un delito de acoso. Fue su compañera de piso y mantuvo con él una relación sentimental. Un juzgado vasco abrió un expediente de violencia de género por el caso.
«Libertad vigilada»
En este tiempo ha sido visto en el entorno de discotecas en Irun, por lo que se teme que pueda repetir el mismo patrón de entonces. A sus víctimas las escogía precisamente al salir de salas de fiestas o clubes nocturnos. Simulaba accidentes de tráfico o los provocaba para ofrecerles su ayuda. Educado y simpático, consiguió que todas se subieran con él al coche. Después, las llevó a una zona alejada y acabó con sus vidas. Las jóvenes fueron halladas semidesnudas, amordazadas y con signos de haber sido estranguladas con las manos o con su propia ropa interior.
El catedrático de criminología de la Universidad de Valencia, Vicente Garrido Genovés, que ayudó a la Guardia Civil a trazar el perfil del asesino, cree que Ferrándiz «tiene un futuro complicado». Genovés le compara con 'Ted Bundy', un 'serial killer' estadounidense que secuestró, violó y asesinó a decenas de mujeres durante la década de los 70. Las víctimas tenían entre 15 y 25 años y eran, en su mayoría, universitarias.
Por su parte -relata 'El Diario Vasco'-, Patrick Salvador, director de grado de Criminología en la misma universidad, plantea que se recurra en estos casos a la «libertad vigilada», figura que contempla el Código Penal español para supervisar la reinserción.
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