El cachalote varado en Tenerife en mayo murió por un corte de 2,5 metros en la cabeza
Las causas de la muerte, casi inmediata, son compatibles con la colisión de un barco a alta velocidad
El cachalote ('Physeter macrocephalus') que varó en la playa de Los Roques, en Fasnia, al este de Tenerife, el pasado 21 de mayo, murió como consecuencia de un corte profundo, de 2,5 metros, en la cabeza. El impacto, que pudo haber causado la muerte del cetáceo en cuestión de segundos o minutos, es compatible con la colisión de un barco que circulaba a alta velocidad.
Así lo recoge el informe de la necropsia realizado al animal por el equipo de veterinarios del Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que se desplazaron a la isla de Tenerife, donde tuvieron la asistencia del grupo responsable de Datos Biológicos de Cetáceos Varados en las Islas Occidentales, dentro de la Red de Varamientos de Canarias (la Red Vigía del Gobierno de Canarias).
«El animal presentaba un traumatismo grave: un corte sagital en la cabeza, que afectaba al melón en dirección cráneo-caudal, y terminaba con la fractura completa del extremo posterior de la mandíbula», señala el informe de la necropsia.
El análisis forense demuestra que la cachalote, una hembra adulta joven, estaba viva cuando se produjo el impacto, no solo porque presentaba una condición corporal buena, sino también porque «los análisis histológicos realizados hasta ahora muestran reacciones celulares y tisulares compatibles con trauma intravital, es decir, ocurrido mientras el animal aún estaba vivo».
Por el tipo de corte y su profundidad, los expertos consideran poco probable que el corte lo haya producido la hélice de una embarcación. Resulta más factible pensar que el golpe haya sido con la quilla. Y que el mamífero hubiera estado descansando en posición vertical, una postura natural de descanso de este tipo de animales.
Las colisiones con embarcaciones son una de las principales causas de muerte de cetáceos en Canarias, en especial de los cachalotes y en el canal entre Tenerife y Gran Canaria, lo que ha hecho que en los últimos años se hayan implementado diversas acciones para tratar de reducir los impactos, aunque con resultados poco satisfactorios hasta el momento.
El cachalote varado llegó a las costas de Tenerife el 21 de mayo. Al día siguiente se realizó la necropsia en la Planta Insular de Residuos Sólidos de Granadilla con el apoyo del servicio de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, siguiendo los protocolos establecidos para el estudio de los grandes cetáceos.
El animal era una hembra de 9,8 metros y un peso de 8,4 toneladas que presentaba un contenido estomacal escaso. Del análisis realizado se desprende que el cetáceo pudo haber muerto entre 24 y 36 horas antes. Tenía todos los dientes –algunas piezas se extrajeron para estudios posteriores- y carecía de lengua, posiblemente debido a la acción carroñera de algún animal.
El segundo ejemplar
El mismo día que varó el cachalote se detectó la presencia de otro ejemplar. Este segundo cetáceo fue localizado el 29 de mayo con un avanzado estado de descomposición, de ahí que no pudiera ser recuperado. Esto impidió realizar la necropsia correspondiente y certificar, por consiguiente, las causas de la muerte. En todo caso, se han iniciado análisis de parte de sus restos «para confirmar su identidad y determinar si existe algún tipo de relación familiar con el primer caso».
Es probable que los dos animales tuvieran algún tipo de vínculo familiar ya que suelen desplazarse en grupos.
En aquellos días del final de mayo siete cetáceos fueron hallados muertos en aguas canarias. Aparte de los cachalotes también hubo ejemplares de cachalote pigmeo (Kogia breviceps), zifios, calderones y delfines. En todos estos casos, las muertes fueron producidas por causas naturales.