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La bioquímica Irene Rodríguez es canaria. Su acento no la delata porque lleva años con un pie puesto en Guanarteme y otro allá donde la lleva su pasión por la biología molecular.
En Navarra estudió el grado de Bioquímica y un Máster en Investigación Biomédica en la especialidad en cáncer, formación que concluyó en Nueva York con una beca en la Icahn School of Medicine at Mount Sinai. Allí, con 21 años, publicó su primer trabajo en la revista de gran impacto 'Cell'.
Finalmente, volvió a su isla para realizar su doctorado en Investigación Aplicada a las Ciencias Sanitarias en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Lo culminó con un sobresaliente 'cum laude'.
Este mes recibió 'ex aequo' el premio de la Real Academia de Medicina de Canarias al mejor trabajo publicado por un científico isleño en 2021 con una investigación sobre el hallazgo de una molécula, con una base natural, eficaz para tratar el melanoma humano. El premio vino acompañado de su nombramiento como académica correspondiente en la citada entidad, que solo cuenta con dos mujeres entre sus 37 académicos de número, con voz y voto.
Ahora, la joven de 31 años está a la espera de varios proyectos presentados para dar continuidad en Canarias a este trabajo publicado en 'International Journal of Molecular Sciences'. Si no cuaja nada, aceptará una oferta para unirse a un equipo de investigación de la Clínica Mayo en Minnesota (EE UU).
Su tesis consistió en estudiar el potencial anticancerígeno de moléculas sintetizadas por la Universidad de Ferrara, puestas a disposición de la ULPGC a través de una colaboración previa. «Sintetizaron 176 moléculas y analizaron su potencial en la leucemia. Nos propusieron darnos esa librería y analizar otros tipos de cáncer con ella. Me interesó», dice la investigadora que se centró en comprobar la su eficacia en el melanoma.
«De las 176, elegimos 37 y seguimos estudiándolas hasta quedarnos con la molécula de mi tesis, la más potente de todas. Vimos que esa molécula era mucho más eficaz en el melanoma que un tratamiento que ya se usa, que también viene de las plantas, llamado etopósido», explica la doctora sobre esta molécula híbrida, basada en un metabolito de las plantas o chalcona, es decir, un compuesto que las plantas fabrican para su supervivencia, al que añadieron fragmentos en sus extremos de otros compuestos anticancerígenos.
«El potencial es buenísimo, porque la citotoxicidad -capacidad para destruir células malignas- ha sido muy buena y, en el caso del melanoma, es un tumor que evoluciona muy rápido. Si se aborda al principio, es fácil curarlo, si no, es el cáncer de piel más mortal por esa capacidad de mutación». Por ello, los tratamientos se vuelven ineficaces. «En el caso del melanoma es necesario tener un gran abanico por si el paciente desarrolla una resistencia al tratamiento A tener lista una opción B, C y D», detalla.
«La molécula hallada actúa, además, sobre varias características del cáncer inhabilitándolo por varias vías y lo vuelve más sensible a la muerte celular», resalta. Ahora, su investigación está en espera.
«Demostramos que esta molécula tiene un potencial muy valioso contra dos líneas distintas de melanoma muy agresivas. La Real Academia de Medicina de Canarias también lo ha visto y por eso premió nuestro trabajo. Lo triste es que ahora no sigamos avanzando cuando podría haber muchos beneficiados. Necesitamos más financiación», afirma Rodríguez que ya ha demostrado su funcionamiento en células.
Ahora faltaría probarlo en un modelo roedor y no roedor. Posteriormente se realizarían pruebas con humanos. Un proceso costoso. «Si no nos siguen aportando financiación, este avance se va a quedar en nada», lamenta. Además, ya sabe identificar las moléculas útiles contra el cáncer; un conocimiento que se puede aplicar en otros compuestos.
«Me interesaría hacer lo mismo pero con plantas endémicas y, sobre todo, no partir de cero sino hacer lo que han hecho en India o en China; partir de la medicina tradicional», explica la científica. «Han investigado las plantas que tenían un efecto beneficioso desde el tiempo de nuestros abuelos y resulta que son eficaces y tienen aplicación contra el cáncer; sobre todo las que son antiinflamatorias o las cicatrizantes, como el drago, el madroño canario, la canarina, el mocán o incluso el pino canario», abunda Rodríguez. «Somos islas. Tenemos flora autóctona que no se da en otros sitios y sus propiedades deben ser estudiadas».
Otro campo que le seduce es investigar la causa de la baja incidencia del melonoma en la población canaria pese a estar muy expuesta a la radiación solar y tener un déficit congénito de vitamina D. «Eso nos predispone todavía más a padecer el melanoma, sin embargo somos la comunidad española que menos lo sufre. Creo que es algo consecuente con la alimentación. Eso podría derivar en investigar y potenciar productos con denominación de origen, como el higo-tinto (tuno indio), muy apreciado en Reino Unido y desconocido en Canarias», dice.
Si sus propuestas no logran el apoyo esperado, Rodríguez podría irse a Estados Unidos. «Merece la pena mejorar la situación de la investigación en Canarias. Conozco a mucha gente con talento que se ha ido. Es una pena», lamenta.
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