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La actriz Carmen Machi, en una imagen promocional de la obra de teatro 'Prostitución'. GERALDINE LELOUTRE
Carmen Machi: «Somos unos idiotas guiados por los prejuicios»

Carmen Machi: «Somos unos idiotas guiados por los prejuicios»

Intérprete de amplísimos registros, goza de enorme popularidad y en el teatro suma un éxito tras otro. Ahora está volcada en una obra que la mantiene en carne viva: 'Prostitución'. De putas y de vivir habla con valentía

Sábado, 5 de diciembre 2020, 23:32

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Como Carmen Machi, madrileña nacida en 1963, es muy temperamental, puede que sea verdad aquello que dice ella, riendo, de que tenga «una carga de mala leche importante que hay que tener muy en cuenta». Actriz en activo desde los 17 años, divina gansa como ella sola y con un poder de comunicación con el público casi sobrenatural, su caso es un fenómeno digno de estudio: arrasó durante años en televisión, disfrutando de unas audiencias y una popularidad bárbaras.

Sabe hacer reír, pero también dejarte el alma arrasada. Además de su triunfo en el cine, su carrera en los escenarios va sumando un éxito tras otro. Y ahora está arrolladora, de matrícula de honor, en 'Prostitución', la obra de teatro documental dirigida por Andrés Lima y en la que se bate el cobre en escena junto a sus dos compañeras de reparto: Nathalie Poza y Carolina Yuste.

Cuando se le pregunta por cómo le gustaría ser, se acuerda de 'La tortuga de Darwin', la obra de Juan Mayorga en la que daba vida a Harriet, la tortuga bicentenaria que Charles Darwin llevó de las Galápagos a Inglaterra y que en esta función «ha evolucionado hasta adoptar la apariencia de una anciana y ser capaz de caminar, hablar y pensar». A ella le gustaría parecerse a ella, por ejemplo, «en la capacidad para no juzgar, en su mirada limpia, en su inocencia. Además, sabe que vivir es adaptarse, y eso me parece muy interesante».

- ¿Y de niña?

- Era de una timidez enfermiza, y también muy miedosa. Me producía mucha tensión el tener que hablar o que estar con mucha gente, y me sigue ocurriendo; eso es timidez pura y dura.

- ¿Qué tuvo siempre claro?

- Que iba a ser actriz; vamos, lo tenía clarísimo desde siempre. Lo que ya no lo tenía tanto es que iba a poder vivir de este oficio que a mí me resulta tan placentero.

- ¿Qué es lo primero?

- Mis prioridades están muy ligadas a mi gente y a mi profesión. Recuerdo que antes me presionaba mucho, tenía la sensación de que debía estar demostrando todo el tiempo lo que valía. Y, ahora, lo que yo quiero es estar bien conmigo misma. La vida te va enseñando que tiene que llegar un momento en el que hay que decir 'no'. El día en que de tu boca sale un 'no' es muy importante porque empiezas a pensar un poco en ti. Y pensar en lo mejor para ti y en estar bien contigo misma es la mejor manera de estar bien con los demás. Yo, ya le digo, he hecho cosas que no me apetecían lo más mínimo porque creía que tenía que hacerlas, que era lo que tocaba...; ¡y la vida pasa! Ya tengo claro que las cosas importantes son las que realmente quieres hacer y te hacen a ti feliz, que es la manera de hacer feliz, o al menos de intentarlo, a los que tienes alrededor.

Miedo al sufrimiento

- ¿Qué más?

- Necesito trabajar con gente a la que admiro y a la que quiero, y lo necesito cada vez más; bueno, básicamente con gente a la que admiro, y luego ya las querré [risas].

- ¿Así ocurrió con el desaparecido director y escenógrafo Gerardo Vera, con quien usted iba a representar el año que viene 'La Celestina'?

- Sí, sí. Me afectó muchísimo su muerte (por la Covid-19). Era muy amigo mío y fue muy importante en mi vida. Su marcha me pilló también en Isla Mauricio; regresamos allí a acabar la película 'Amor de madre' (que interpreta con Quim Gutiérrez y a las órdenes de Paco Caballero), y sentí una pena indescriptible. ¿Sabe una cosa que me gustaba mucho de él? Siempre le tendía la mano a generaciones más jóvenes que la suya, y fue valiente, generoso y solidario. Y esa muerte tan inesperada, otra persona maravillosa que se ha llevado la pandemia. Está claro que ahora mismo no se pueden hacer planes; todos estamos a expensas de lo que nos mande esta enfermedad y punto. Nos queda intentar aprovechar el día a día. Yo quiero ser feliz; se lo digo claramente, no me gusta nada sufrir, huyo del sufrimiento, le tengo miedo. Recuerdo que cuando me preguntaban si me gustaría parecerme a dos personajes impresionantes que hice en el teatro, la Martha de '¿Quién teme a Virginia Woolf?' (de Edward Albee) y 'Helena de Troya' (escrita y dirigida por Miguel del Arco y que recientemente ha grabado para HBO), decía que mucho mejor no, porque eran mujeres que sufrían muchísimo.

- En Isla Mauricio le pilló también la primera ola de la pandemia.

- Nos llegaban noticias terribles del mundo entero, pero allí, en ese lugar maravilloso, no había Covid. Se puede imaginar todo lo que se nos pasaba por la cabeza al equipo, con toda nuestra gente querida aquí, en España. Volver fue complicado y, cuando regresé, le reconozco que a mí me vino muy bien parar. Hasta entonces, siempre que lo hacía me parecía que estaba haciendo algo mal, que estaba perdiendo el tiempo. En cuanto paraba y me quedaba un día en el sofá viendo la tele o leyendo un libro, no estaba yo tranquila. Y así, años y años. Hasta que, de pronto, la vida me dijo: ahora no te queda más remedio. Y eso, el parar, me produjo placer, lo reconozco. También, por otro lado, fue terrible el no poder estar con la gente que quieres, algo que no habíamos ni imaginado que pudiese ocurrir, y también el ser consciente de todo el sufrimiento que vivía tantísima gente. En cuanto pude, me traje a mis padres conmigo, que son mayorcitos, para protegerlos; y el tenerlos conmigo también me produce satisfacción. Por otro lado, yo tengo la suerte de que sigo trabajando, tomándonos todos muy en serio los protocolos necesarios, pero para muchos compañeros esta pandemia está resultando catastrófica. Aunque también le digo que yo sé que queda poco, y que luego va a ser todo la leche, ¡impresionante de bien!

«No hay que perder la fe»

- Ojalá.

- Lo tengo clarísimo porque, además, aunque creamos que no hemos aprendido nada, yo creo que sí hemos tomado conciencia de muchas cosas. Esto es una crisis a lo bestia, y como siempre que se toca fondo, habrá un efecto rebote. ¡Y más fondo que el que se está tocando ahora, ya me dirá!

- ¿Fe en sus semejantes?

- Hay gente a la que he dado por perdida, y he sufrido grandes decepciones, pero tengo fe en que hay que tenerla.

- ¿Qué opina del movimiento antivacuna?

- Respeto lo que cada uno piense y las decisiones que tome, pero para mí es una alegría que ya exista la vacuna contra la Covid.

- Usted está ahora entregada a la función de 'Prostitución'.

- Durante dos años, las tres actrices que la representamos estuvimos haciendo un trabajo de campo, de investigación, completamente en vivo. Entrevistamos a muchísimas prostitutas, y todo lo que dicen las que salen en la función, con su nombre, es literal; son sus propias palabras, exactas. Mire, quitado que todos tenemos claro que el tema de la prostitución genera mucho debate, yo de lo que me he dado cuenta es de que de este tema, que es tremendo, se sabe muy poco, poquísimo. Nunca he visto a tanto político en el teatro como con 'Prostitución', y eso está bien porque el debate es necesario, y para debatir hay que saber, que conocer. Lo maravilloso y positivo que tiene esta función es que son las prostitutas las que hablan. Normalmente, todo el mundo habla sobre lo que hay que hacer y lo que no, sobre lo que se tiene que permitir y lo que no, y a ellas nunca se les pregunta, nunca se les da un micro. Y en 'Prostitución' tienen voz, y cuando vienen a ver la función se emocionan porque se sienten escuchadas. En la función hay muchas voces diferentes, porque hay muchos tipos de prostitución, y por lo tanto muchas posiciones distintas.

- ¿Qué sintió estando tanto tiempo con ellas?

- Empiezas a ver a la mujer antes que a la puta. Y eso es lo que son ante todo: personas, mujeres, ¡es horroroso lo estigmatizadas que están!

- ¿Le resultó en algún momento dolorosa esta relación?

- El sufrimiento no viene por estar con ellas, viene por lo que tú sabes que de ellas piensa la sociedad y por cosas muy fuertes que tienes que escuchar. Pero estar con ellas, conocerlas, ha sido gozoso. Por muchas cosas, esta obra de teatro está siendo para mí muy especial, y me siento orgullosa de todos los que estamos participando en 'Prostitución'.

Teatro «para movilizar»

- ¿Son muchas las que ejercen la prostitución de manera voluntaria?

- Muchas más de lo que se cree. Una cosa es la trata, que como cualquier otra explotación del ser humano es una cosa aberrante, y un delito brutal; y otra el que muchas mujeres decidan prostituirse. Hay, por ejemplo, muchas chicas estudiantes que se prostituyen para pagarse las carreras. Ganan un dinero haciendo un intercambio a través del sexo, y punto. Y lo están haciendo de manera voluntaria, sin un proxeneta detrás, ni nadie que les obligue. Hay gente que se prostituye porque lo necesita, y otra gente que lo hace porque le gusta, claro que sí.

- ¿Algo muy respetable?

- ¡Por supuesto! Pero, vamos a ver, cuando se dice, por ejemplo, '¡pues que se pongan a fregar escaleras!'. ¿Por qué es más digno fregar escaleras que prostituirse? Si más prostituida está una persona que cobra una miseria... Como ser humano, tengo una manera de pensar, pero eso no importa. Si lo que yo opino influyera en que la vida fuese más bonita para todo el mundo... pero es que no es así. Yo hago teatro, hago una función, y hablo a través de ellas.

- ¿Cómo reacciona el público ante esta obra?

- Nosotros pensábamos, cuando estábamos montando la función, que se iba a salir medio patio de butacas cada día; estábamos convencidos. Pero ha sido todo un acontecimiento, y la reacción de la gente en general, de mujeres y de hombres, está siendo muy gratificante. La mayoría de las veces, los primeros que se ponen de pie tras acabar la representación son los hombres, cosa que llama la atención. Es una función que hace pensar a todo el mundo, que no deja para nada indiferente y que yo creo que te llega dentro. La verdad es que el público se emociona mucho, y para nosotras es muy reconfortante cuando van prostitutas a vernos y nos agradecen nuestro trabajo. También le digo que hasta manifestaciones en contra hemos tenido, pero eso también mola porque quiere decir que 'Prostitución' está movilizando, y para eso está el teatro.

- Para abrir las mentes.

- Yo creo que a la mayoría de la gente que ve la función le cambia un poco el concepto que tiene de las prostitutas. Es una pena la cantidad de prejuicios que tenemos, y que desde nuestra zona de confort nos dediquemos a opinar de todo; somos unos idiotas, guiados por los prejuicios y el desconocimiento. Hay que ser muy respetuoso con la vida del otro, con el pensamiento ajeno, y es muy sospechoso que sobre la prostitución toda una sociedad piense igual.

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