Vista de la que fue Ribeira Grande desde el Fuerte Real San Felipe, el castillo donde aparecieron los grabados rupestres. Pedro sosa
Un canario halla los primeros grabados rupestres de Cabo Verde en un fuerte
arqueología ·
El arqueólogo Pedro Sosa da con los vestigios, realizados en la Edad Moderna y vinculados al ocio de los soldados en el castillo que mandó hacer Felipe II en isla Santiago
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Llevaban siglos ahí, a la vista de todos, pero no se conocían. Solo les faltaba la pericia de una mirada experta. Un arqueólogo grancanario, Pedro Sosa, ha sacado a la luz unos grabados rupestres de la Edad Moderna en el Fuerte Real de San Felipe, en la isla de Santiago, «el primer hallazgo» de este tipo de restos en el archipiélago de Cabo Verde, al sur de Canarias.
Este especialista prepara un artículo para dar a conocer el descubrimiento en una revista científica de alcance internacional. «Es relevante, son los primeros vestigios de arte rupestre en todo el país».
Soles, estrellas de cinco puntas o barcos. Son algunos de los motivos de los grabados descubiertos por Pedro Sosa, que interpreta que pudieron ser obra de los propios soldados que, en sus guardias en el fuerte, allá por los siglos XVI y XVII, mataban el tiempo haciendo esas incisiones en la piedra y, con ello, dejando para la posteridad un testimonio valioso.
Sosa, que estaba en una breve estancia docente en la Universidad de Cabo Verde, hizo una expedición a pie desde Praia a Cidade Velha (antigua Ribeira Grande), declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009. «Mi objetivo principal era encontrar evidencias de arte rupestre de la Edad Moderna, ya que, tras estudiar vestigios de este arte en Canarias en el período colonial, pensaba que alguna evidencia de este tipo debía existir en Cabo Verde».
En la foto superior, detalle remarcado de la representación de un barco que Pedro Sosa ha sabido identificar entre la maraña de trazos superpuestos en una roca. En las dos fotos inferiores, piedra con el grabado de una estrella de cinco puntas y su calco digital.
Pedro Sosa
Cidade Velha fue la primera ciudad construida por los colonos europeos, en este caso, los portugueses, en la zona africana de los trópicos. Fue la primera capital de Cabo Verde bautizada con el nombre de Ribeira Grande. Cuando fueron descubiertas por los portugueses en torno a 1456, estas islas comenzaron a poblarse con colonos europeos y esclavos africanos cuyo objetivo era trabajar la caña de azúcar, pero pronto decayó para dar paso al comercio de esclavos.
En un castillo que data de 1585, encargada por Felipe II
En esa expedición visitó los espacios arqueológicos más importantes, entre los que estaba el Fuerte de San Felipe, que mandó a construir el rey español Felipe II en tiempos de la llamada Unión Ibérica, cuando España y Portugal estuvieron bajo la corona española. Y allí, entre sus muros, los encontró. «Están asociados a momentos de ocio; los soldados pasaban mucho tiempo haciendo guardias y terminaban haciendo grabados».
«Estos vestigios de arte rupestre se localizan por varias zonas del castillo, sobre las piedras de sus muros, donde existen más de una veintena de piedras grabadas», detalla Pedro Sosa. Entre los petroglifos más destacados cita «la representación de navíos, una estrella de cinco puntas, un grabado en forma de sol y una loza en el suelo del empedrado que aparenta albergar un damero o un alquerque, donde los soldados pudieron entretenerse jugando».
Los ojos expertos del arqueólogo descubrieron un grabado de trazo anrtiguo que representa a un sol, justo encima del elemento que aparece sobre la foto.
Pedro Sosa
«Lo interesante de estos grabados es que son muy similares a los que hay en Canarias en la Edad Moderna, sobre todo en cuanto a la técnica, con las mismas herramientas, que suele ser la incisión fina (posiblemente con algún elemento metálico) y también en cuanto a los motivos representados».
Grabados similares en Canarias
Este arqueólogo señala, por ejemplo, que en Canarias hay muchos grabados sobre barcos, que, según explica, «es un elemento muy presente en el, arte rupestre de esa época colonial española y portuguesa en ambos lados del Atlántico; y también bastantes con estrellas de cinco puntas, que entonces no tenían nada que ver con los judíos y de las que no se sabe a ciencia cierta su significado.
No ve tan extraño que hasta ahora no se hubieran detectado, primero, porque allí no tienen arte rupestre indígena, dado que las islas fueron pobladas tras la conquista, y, segundo, porque «la arqueología moderna o la medieval no va buscando arte rupestre».
Y advierte, además, de que tampoco es fácil detectarlos. Sosa explica que «el descubrimiento no solo se hace en el sitio». Lo que primero halla in situ son líneas que percibe como antiguas, pero no basta. Las fotografía y ya con programas de calco digital repasa los surcos de las líneas y da con el motivo.
Aún no tiene contabilizados los grabados que ha descubierto, pero tiene claro que hay más. Pedro Sosa piensa regresar a Cabo Verde y proseguir una investigación que promete abrir una veta nueva en la investigación histórica y arqueológica del país africano.
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