Un canario en la DANA de Valencia: «¡Papi, el agua está entrando como en la película del tsunami!»
«Fue en poco tiempo, en una hora se formó un desastre tremendo»
Darío Soriano es un isletero que vive en Valencia desde hace ya más de dos décadas, donde trabaja como veterinario. Aunque en su pueblo, en Bétera, un municipio situado al noroeste de Valencia, no ha habido graves destrozos, sabe que la clínica que tiene en Sedaví se ha inundado como consecuencia de las intensas lluvias que ha descargado la DANA más destructiva del siglo, que ha dejado hasta el momento 95 muertos en Valencia.
Él ha tenido suerte: todos los suyos están bien. Ahora su principal preocupación es conocer el estado de los padres de su pareja, que están incomunicados y sin luz en otra zona de la comunidad.
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Este martes estuvieron trabajando con normalidad. Estuvieron atendiendo a clientes sin mayores contratiempos ya que apenas había llovido. «Salimos de trabajar a eso de las seis y media de la tarde, pero una compañera se retrasó un poco y se quedó atrapada«, explica Darío Soriano, «pasó la noche en el techo de una gasolinera hasta que la Guardia Civil la ayudó a bajar esta mañana».
Asegura que la intensidad de las lluvias en las zonas interiores de Valencia ha provocado el desbordamiento de ríos y barrancos. Su clínica, por ejemplo, está en Sedaví, cerca de Catarroja y Massanassa, donde el barranco del Poyo estuvo al límite de su capacidad de transporte.
Dice que se dio cuenta de la gravedad del asunto cuando uno de sus hijos le hizo una videollamada desde otro punto de Valencia. «Papi, en la calle está entrando el agua como en la película del tsunami», relata Darío Soriano, «al principio pensé que era una broma, pero cuando me enseñó el vídeo, se veía el agua como cuando una ola llega a la orilla y se empezó a ver los coches flotando».
Este miércoles no ha podido acudir al trabajo. «Ahora bajo al pueblo a comprar algo de comida porque hay muchos sitios en los que los supermercados están cerrados», detalla. «Parece que se ha concentrado todo en unos pueblos porque aquí, en Bétera, no ha llovido demasiado», añade.
Está pendiente de las informaciones y aunque cree que la alerta pudo llegar algo tarde, entiende que resulta complicado lanzar los avisos cuando se producen fenómenos tan concretos. «A las ocho de la noche nos enviaron el mensaje de que no saliéramos de casa», explicó, «se sabía que iba a caer, pero creo que nadie era consciente de la intensidad de la tromba, en algunos sitios ha sido bestial».