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La asociación Asperger Islas Canarias (Aspercan) es una de las 134 entidades que concurrieron en las islas a las subvenciones con cargo a la X solidaria del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y que, con el cambio de normativa, no lograron la ayuda.
Pedían 13.000 euros para «un proyecto consolidado de continuidad», explica María del Mar Álvarez, trabajadora social de la asociación. En concreto la labor que desarrollan en la isla de Tenerife, donde atienden a 60 familias «con uno o dos miembros con el síndrome». Ante la falta de recursos lo que han decidido es seguir prestando el servicio en las cuatro islas en las que tienen presencia: Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife. «Hasta septiembre se pueden mantener los servicios pero, a partir de ahí estamos en el aire», afirma Augusto Flores, vicepresidente de Aspercan.
Las asociaciones afectadas han creado una plataforma y ya se han reunido con los responsables de Políticas Sociales del Gobierno de Canarias. Lo más probables es que se adapte la convocatoria a las «realidad canaria» en próximas ocasiones, pero mientras tanto no tienen solución.
«Este año por primera vez era por concurrencia competitiva. Años atrás se asignaba de forma nominada. Ahora en estas subvenciones se prima el apoyo a grandes entidades, como Cáritas o Cruz Roja, colectivos muy grandes con representación autonómica, nacional e incluso internacional. Cuanto más alcance tienes más puntúa, pero una entidad pequeña como nosotros nunca va a poder competir con ellas», explica la trabajadora social.
Aspercan concurrió a la convocatoria para continuar «visibilizando el síndrome con charlas en centros educativos, colegios profesionales, ámbitos sanitarios,... Y concienciar de la realidad que vive una persona con síndrome de Asperger. Es la puerta de entrada a nuestra asociación, se recibe a las familias que buscan orientación ante un nuevo diagnóstico, o que sospechan de que haya alguien en la familia que lo pueda tener. Es un servicio de orientación y valoración», añade Álvarez.
Diagnosticar el síndrome de Asperger puede llevar años. «Cada caso es diferente. El Asperger es un trastorno del espectro del autismo y hay grados de afectación. Hay casos que no se diagnostican hasta la adolescencia e incluso en la edad adulta. En la asociación tenemos tanto niños pequeños como adolescentes y adultos», señala la psicóloga Alejandra García-Ochoa.
«Se debe contar con un diagnóstico a nivel administrativo, pero se obtiene tarde aunque se inicie de una forma temprana porque hay que pasar por muchas valoraciones, visitas a salud mental... Lo ideal sería diagnosticarlo cuanto antes porque eso conlleva una intervención más temprana y la posibilidad de más logros, pero se convierte en un diagnóstico de años», lamenta Álvarez.
La asociación ofrece dos veces a al semana «apoyo terapéutico trabajando las habilidades sociales, de ocio y tiempo libre y la psicomotricidad, que son las áreas más afectadas en el Asperger y necesitan refuerzo permanente», comenta la psicóloga. Algo que entienden fundamental dado que «el Asperger no es una discapacidad reconocida, por lo que los servicios para atender a quienes lo tienen son privados y eso tiene un coste de entre 250 y 300 euros al mes por persona y hay familias que tienen dos o tres miembros con Asperger», resaltan.
Sin la subvención que esperaban ahora están «buscando alternativas, pero dependemos de la buena voluntad de las empresas, y de la personas que, ante esta situación, sean sensibles a apoyarnos», reconoce Augusto Flores.
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