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Qué verde era mi valle... canario

Con cientos de especies únicas, Canarias siempre ha sido considerada un punto caliente de la biodiversidad, pero podría estar abocada a sufrir «extinciones en masa» a menos que tome medidas ya. Es la factura que deberá pagar por haber destruido el 85 % de sus bosques desde el siglo XV.

José María Rodríguez-EFE / Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 5 de agosto 2017, 11:01

Diez investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL) publican en el último número de la revista Diversity and distributions un estudio sobre las «deudas de extinción» que tiene pendientes de abonar Canarias; o dicho de otra manera, sobre el coste que supondrán los excesos cometidos en las islas en los últimos siglos, sobre todo en el XX, aunque ya no se destruyeran más sus hábitats.

El histórico viaje del Beagle tenía a Canarias entre sus primeras escalas, porque Charles Darwin soñaba con estudiar las riquezas naturales que relataba Humboldt en sus libros. Sin embargo, las autoridades de Tenerife impidieron al barco atracar en Santa Cruz por los rumores sobre una epidemia de cólera en Inglaterra... y la historia de la Teoría de la Evolución cambió de escenario.

Cuando el capitán Fitzroy decidió que no merecía la pena someter a su tripulación a una cuarentena y puso rumbo a Cabo Verde, habían pasado ya tres siglos y medio desde la llegada de los europeos a Canarias y el inicio de la radical transformación de sus paisajes, pero las islas todavía conservaban buena parte de la biodiversidad que las había hecho famosas entre los naturalistas de todo el mundo.

Los datos invitan a la preocupación: hoy, Canarias ha perdido el 85% de sus bosques termófilos y de sus masas de laurisilva (el 62% en la isla que menos y el 99% en la que más), el 73% de sus matorrales de cardón y tabaiba, el 55% de sus pinares y el 41% de la vegetación típica de sus costas.

Sin embargo, conserva 544 especies vegetales endémicas, 221 especies de escarabajos únicas en el mundo y 163 tipos de pequeños caracoles terrestres que solo pueden verse en alguna de sus islas, por citar algunos ejemplos. Y más de la mitad de todas esas especies endémicas (el 59%) vive solo en un hábitat muy concreto.

El investigador del Grupo de Ecología y Biogeografía Insular de la ULL Rüdiger Otto y el resto de los firmantes de este artículo de la revista Diversity and distributions resaltan todas estas cifras para subrayar una de las conclusiones de su estudio: el estado actual de los ecosistemas en Canarias no explica toda esa biodiversidad; su existencia se debe a lo que las islas fueron en el pasado.

Diez investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL) publican en el último número de la revista Diversity and distributions un estudio sobre las «deudas de extinción» que tiene pendientes de abonar Canarias; o dicho de otra manera, sobre el coste que supondrán los excesos cometidos en las islas en los últimos siglos, sobre todo en el XX, aunque ya no se destruyeran más sus hábitats.

El histórico viaje del Beagle tenía a Canarias entre sus primeras escalas, porque Charles Darwin soñaba con estudiar las riquezas naturales que relataba Humboldt en sus libros. Sin embargo, las autoridades de Tenerife impidieron al barco atracar en Santa Cruz por los rumores sobre una epidemia de cólera en Inglaterra... y la historia de la Teoría de la Evolución cambió de escenario.

Cuando el capitán Fitzroy decidió que no merecía la pena someter a su tripulación a una cuarentena y puso rumbo a Cabo Verde, habían pasado ya tres siglos y medio desde la llegada de los europeos a Canarias y el inicio de la radical transformación de sus paisajes, pero las islas todavía conservaban buena parte de la biodiversidad que las había hecho famosas entre los naturalistas de todo el mundo.

Los datos invitan a la preocupación: hoy, Canarias ha perdido el 85% de sus bosques termófilos y de sus masas de laurisilva (el 62% en la isla que menos y el 99% en la que más), el 73% de sus matorrales de cardón y tabaiba, el 55% de sus pinares y el 41% de la vegetación típica de sus costas.

Sin embargo, conserva 544 especies vegetales endémicas, 221 especies de escarabajos únicas en el mundo y 163 tipos de pequeños caracoles terrestres que solo pueden verse en alguna de sus islas, por citar algunos ejemplos. Y más de la mitad de todas esas especies endémicas (el 59%) vive solo en un hábitat muy concreto.

El investigador del Grupo de Ecología y Biogeografía Insular de la ULL Rüdiger Otto y el resto de los firmantes de este artículo de la revista Diversity and distributions resaltan todas estas cifras para subrayar una de las conclusiones de su estudio: el estado actual de los ecosistemas en Canarias no explica toda esa biodiversidad; su existencia se debe a lo que las islas fueron en el pasado.

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