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Un estercolero con vistas al Atlántico

Un estercolero con vistas al Atlántico

Un camino entre Vargas y Arinaga, en Agüimes, acumula mojones de basura a modo de hitos que contaminan el paisaje. El sureste llegó a contratar un investigador que pilló a varios infractores

G. Florido / Agüimes

Jueves, 16 de julio 2020, 16:36

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El incivismo y los guarros no tienen patria ni bandera, pero por desgracia sí su rastro, o las huellas que dejan a su paso. A estos infractores les da igual dónde arrojar sus desechos siempre que crean que no se les ve. Solo piden sitios aislados, o poco transitados. Ningún municipio es indemne a este terrorismo medioambiental. Agüimes tampoco. Le han montado un estercolero entre Vargas y Arinaga, en zona de costa. Un tractor medio desguazado, restos de escombros de obra, los residuos que dejó la reforma de un bar, sillones, cinco o seis neveras... El catálogo es amplio. Y todo ello con vistas al Atlántico.

Puede que toda esta inmundicia llevase tiempo al sol, pero la ha sacado del anonimato los reiterados incendios producidos en un vertedero ilegal de excrementos animales situado precisamente en esa zona, entre Vargas y Arinaga. Estos destructores del paisaje han regado de basura parte de las dos orillas de un camino agrícola que sale hacia el sur desde la carretera que baja a la playa de Vargas. Esta pequeña vía, sin asfaltar, sirve de acceso y salida a varias fincas e invernaderos, algunos de ellos en producción, pero, además, acaba enlazando con otra similar, la de Falla, que conecta a su vez con Montaña de San Francisco, y con la carretera que une Cruce de Arinaga y Arinaga.

No están estos residuos amontonados en un solo punto. Puestos a ensuciar, han esparcido sus miserias a lo largo de la longitud de esta vía y en focos alternos, para que el paseante o el visitante no encuentre un resquicio de naturaleza en un paisaje que, en otras circunstancias, tendría su encanto, por mucho que, tras años de intensa explotación agrícola, ahora esté muy antropizado. La agresión al entorno se hace tan patente que hasta los abundantes espinos de mar (Lycium intricatum), típicos de este ecosistema semiárido de costa, ahora en estado de latencia, muy secos, en hibernación a la espera de las lluvias, parecen feos árboles de navidad. Han pasado de servir a los alcaudones, aves que pinchan en sus púas a sus presas para luego destriparlas, como apunta el experto senderista Álvaro Monzón, a mutar en improvisados percheros para bolsas de plástico.

El Ayuntamiento de Agüimes no es ajeno a estas agresiones. Su alcalde, Óscar Hernández, no oculta el malestar que le producen estas infracciones, por lo mucho que se repiten y por la dificultad de impedirlas. Explica que en otros casos han resuelto el problema bloqueando el paso a los vehículos, pero en este camino no es viable, no al menos en todo su recorrido, pues sigue en uso. Así las cosas, lo que han hecho hasta ahora es dirigirse a los propietarios de esas parcelas, aunque no sean los responsables de los vertidos, para que asuman su limpieza. Recuerda que la ley les obliga. En todo caso, y para evitar que sigan vertiendo basura, días atrás sí trancaron con bloques el paso de coches a la zona en peor estado.

El servicio de recogida de basura, que gestiona la mancomunidad para los tres municipios del sureste (Agüimes, Ingenio y Santa Lucía), solo contempla los residuos en zona urbana, no en suelo agrícola, según explica el gerente de este organismo, Rafael Sánchez. No obstante, avanza que en el nuevo contrato, que saldrá a concurso en breve, incluirá acciones puntuales para la eliminación de estercoleros fuera de zona urbana. Además, contemplará la contratación de investigadores privados para tratar de pillar in fraganti a los infractores. Sánchez recuerda que hace dos años contrataron a uno y dio lugar a varios expedientes sancionadores. El método funcionó y ahora lo incluirán entre las obligaciones del nuevo contrato.

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