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La «verdad verdadera» de Los Caserones

Son muchos los padres con hijos discapacitados los que eligen el colegio de este barrio por la implicación de sus profesores, quienes se esmeran en propiciar un clima inclusivo en el que todos los alumnos, sin importar su condición, salgan reforzados. «Nuestro centro es un pequeño reflejo de la realidad de la calle», explica el director.

Domingo, 19 de enero 2020, 00:14

ronald ramírez alemán / telde

Mesas con pelotas de tenis en las patas para que el ruido al arrastrarlas no sobresalten a los niños con autismo, un bastón de trekking con una trompeta para que Adrián, el niño con discapacidad visual, pueda guiarse, o el cuento en el que las siglas TDAH no significan que el afectado tenga trastorno por déficit de atención e hiperactividad, sino «dones amorosos hiperchulos». Son solo algunas de las muchas iniciativas que han llevado al CEIP Los Caserones a convertirse en un referente para el resto de los centros de la isla. Medidas inclusivas para que nadie se sienta diferente, y una implicación por parte del personal docente que provoca que muchos padres opten por este colegio antes que por otros especializados para educar a sus hijos con cualquier tipo de discapacidad.

Niños transexuales, deficientes visuales, motores o auditivos, o con autismo. En Caserones Alto no hay barreras. «Aquí todo fluye como la vida real», explica Yeray Hernández, que lleva ocho años al frente de la dirección del centro, y eso que no ha llegado a los 40. «Tengo un hermano discapacitado, por lo que mi manera de verlos es diferente a la del resto», explica, desvelando el motivo de su empeño en formar un Aula Enclave en su humilde colegio. Fue en 2014, y gracias a su dedicación, unida a la implicación del resto de profesores, ningún niño se siente diferente. «Tratamos que los alumnos conozcan, convivan y ayuden a esas personas que necesitan de un apoyo y de una normalidad, que vivan una verdad verdadera de la que salen reforzados no solo los niños con discapacidad, sino también el resto de chicos al hacerles ver desde muy pronto la necesidad de ser solidarios», relata el especialista.

Por ello, cuando Yeray ve a los pequeños esperando a que llegue la guagua del Aula Enclave para ayudarles a subir a clase, se le parte el corazón. Tanto él como el resto del profesorado se reinventa con cada nuevo niño que aparece. Según su problema, tratan de adaptarse a sus necesidades y ofrecerle las mejores condiciones para que puedan ser felices en la escuela. «Tuvimos una alumna sorda que se pasó la vida entera con nosotros a pesar de que podría haber estado en un colegio preferente para sordos, pero su padre quiso que siguiera aquí. Y ahora está en el instituto aprobando con toda normalidad. Es una satisfacción enorme», relata con orgullo.

Son sus pequeñas victorias. Las de todos en realidad, porque es una labor colectiva la que hace posible este pequeño milagro. «Tenemos un equipazo. Solo somos tres especialistas en educación especial, pero es que el maestro de educación física o el de música se implican al máximo, y aunque nosotros somos los que deberíamos llevar el peso, al final el resto también aporta con ideas increíbles», amplía. Todos ayudan a construir esa «verdad verdadera» que hay en el CEIP Los Caserones.

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